Esta novela, la última del autor español Jesús Carrasco (2024) la compré por tres razones muy sencillas:
1. Ya había leído su novela "Llévame a casa" y me había gustado
2. Me gustó el título
3. Para mí, que soy tan poco hábil con mis manos, pensé que podía gustarme un elogio a las manos.
En esta novela el narrador cuenta cómo, en el 2011, él y su familia llegaron a una vivienda casi en ruinas situada en un pequeño pueblo andaluz.
«La mañana en que pusimos un pie por primera vez en aquella casa ya sabíamos que la iban a derribar. Era cuestión de unos meses, un año a lo sumo. (…) Que aquel lugar terminara siendo una parte importante de mi vida, casi una extensión de mi cuerpo, es algo cuya responsabilidad solo puedo atribuirme a mí mismo. Porque fui yo, sin que nadie me obligara, el que le entregué a la casa una parte sustancial de lo que soy: mis manos».
La casa, propiedad de un emprendedor amigo que tarda en encontrar la financiación para construir en ese terreno departamentos turísiticos, les permitirá vivir allí, casi como en una casa de fin de semana.
«Aquellos pocos meses terminaron siendo diez años en los que, a pesar de lo mucho que trabajamos para mejorar la casa, fuimos nosotros los que verdaderamente nos transformamos».
Aunque sabían que la casa iba a ser demolida, la familia, los amigos y vecinos fueron haciéndola, con afecto, más habitable.
«Estábamos de paso. La casa no era nuestra. Sin embargo, en el mejor de los sentidos, nos habíamos apropiado de ella incorporándola a nuestras vidas a fuerza de pintar sus paredes, de rellenar grietas, de compartir la comida bajo la parra».
No hay que buscar una gran aventura en este libro, solo hay que disfrutar la sensibilidad, el homenaje "a las manos", a los oficios, a las mañas, a la perseverancia, al logro del hacer cosas con nuestras propias manos, al verdadero significado de lo "hecho a mano" en un mundo donde casi todo es descartable y con poco afecto.
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