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Mostrando entradas de diciembre, 2023

LO QUE VI - Perfect days

  Fui al cine a ver  #perfectdays  .  No se trata de una película con grandes efectos, acción, velocidad, misterio o tramas enredadas. No, Perfect Days , la última película de Wim Wenders, no es nada de eso. PERFECT DAYS es una emotiva y poética reflexión sobre la simpleza y el disfrute de lo cotidiano como escuchar el murmullo de las hojas de los árboles, fotografiar un rayo de sol, el reflejo de las sombras, recorrer la densa arquitectura de Tokio, regar una planta o leer unas páginas de Faulkner o Patricia Highsmith antes de dormir. Parece increíble que el personaje, Hirayama (Koji Yakusho) que trabaja en una empresa de limpieza de los baños públicos de Tokio (que entre nosotros son arquitectónicamente increíbles!) que casi no habla a lo largo de toda la pelicula, que lleva una vida simple, con una rutina casi cronometrada, ofrezca tanta serenidad. El film está marcado por grandes éxitos musicales como Perfect Day de Lou Reed o el último plano lleno de luz del Yakusho con la música

LIBROS, LECTURAS - Hika Harada

Cuando empecé esta novela me llamó la atención que, desde la primera página, hablara mucho de dinero, de ahorros, de inversiones, de plata y más plata, de economía doméstica etc. y pensé "esto no es para mí" pero por curiosidad seguí y descubrí que, tras esas cuentas y obsesión por la economía doméstica, los ahorros, deudas, se escondían dos cosas: 1. El mundo en el que vivimos, inmersos en lo pecuniario (justificado o injustificado) y la internacionalidad de las preocupaciones de hoy, aquí, allá y más allá. 2. La historia, sencillamente contada, de cuatro mujeres de una misma familia, tres generaciones, que enfrentan desafíos financieros planteados en diferentes situaciones de la vida. En el Japón de hoy, todas miran hacia el futuro en busca de su propio camino y unidas por lazos familiares. Aclaro, no me pareció un gran libro ni que transmitiera "un secreto familiar" ni que sea una "saga apasionante" como lo presentan pero, como dije antes, la curiosidad

Manías navideñas

Desde hace algunos años, mis árboles de navidad se han convertido en árboles de recuerdos porque yo tengo una manía: comprar un pequeño recuerdo navideño para mi árbol en cada ciudad que visito. Por eso, en nuestro árbol además de las clásicas guirnaldas, farolitos y luces, hay un ratoncito de Washington, un angelito nigeriano y otro de Praga, una canasta singapuriana, duendes australianos, un Papá Noel birmano, un reno sudafricano, un terrier escocés o una media de lana venezolana.  Me gusta mi árbol. Es ver en él gran parte de la vida titilando entre luces.  Y en cuanto a los regalos, siempre al pie de nuestro árbol,  hay libros.  Solo la idea de entrar a una librería a buscar, mirar, hojear, descubrir las contratapas, saborear las primeras líneas de un libro, me produce un dulce placer. Y más aún si sé que es buscar un libro para regalar. Para mi esta actividad es muy seria.  Hasta cuando visito una ciudad entro a librerías lindas, famosas, distintas y mi marido sabe que forman part