El último verano que mi madre estuvo aquí, en España, hace muchos años, estaba leyendo este libro. Me lo dejó antes de irse y me dijo:
- No lo leas ahora, espera un tiempo porque es bastante triste.
Y hace una semana sentí que ese momento había llegado. Quizá porque ella ya no está, quizá porque yo he crecido y porque simplemente porque llegó el momento.
Son sus memorias, muchas de sus reflexiones, un testimonio de una vida riquísima pero llena de momentos sombríos, pérdidas, dilemas frente a las contradicciones del mundo. Es un libro de fin de vida, sombrío, pesimista, gris, cargado de recuerdos, tristezas, pesares, deseperanzas.
Es Sabato, que de acuerdo o en desacuerdo con algunas de sus miradas, es Ernesto Sabato, el gran escritor argentino (y uno de los escritores preferidos de mi padre)
"Nunca tuve buena memoria, siempre padecía esa desventaja; pero tal vez sea una forma de recordar únicamente lo que debe ser; quizá lo más grande que nos ha sucedido en la vida, lo que tiene algún sifificado profundo, lo que ha sido decisivo - para bien y para mal - en este complejo, contradictorio e inexplicable viaje hacia la muerte que es la vida de cualquiera..."
Como dije, Sabato publicó este libro en 1998 con 87 años. Murió años después, en el año 2011, con casi 100 años. Leyendo estas reflexiones sobre su vida, sobre el mundo, tan bien armadas, tan reales, tan tristemente descriptas me llené de angustia. No solo porque, como también dije, es un libro gris, pesimista, sino porque frente al mundo que estamos viendo y viviendo hay que reconocer que pocas cosas han cambiado. Al contrario, muchas han empeorado, es triste decirlo pero la humanidad no aprende y parece empecinarse en la destrucción.
¡Ya sé! dirán que se ha avanzado en medicina, en teconología, en calidad de muchas cosas...cierto, pero leyendo este libro me preguntaba ¿Qué hubiera dicho, escrito Sabato frente a hechos como la pandemia, la guerra de Ucrania o la que se avecinan en África? ¿Qué hubiera dicho, escrito sobre esos miles de inmigrantes que intentan llegar al otro lado de la orilla? ¿Y sobre la corrupción y la pobreza en la que está sumida la Argentina, su país, el mío y tantos otros en el mundo?
"En esta primavera de 1998, esperando las primeras luces del amanecer, que siempre o casi siempre, renuevan una esperanza, medito en este país destruido y ensuciado por los gobernantes y la mayor parte de los políticos..."
Sabato era físico, escritor, pintor, intelectual y sensible ser humano. Sensible al dolor, a la desigualdad, a la injusticia, a la falta de humanidad.
¿Qué hubiera dicho, escrito Sabato al ver al mundo destrozarse en redes sociales no tan sociales, al ver el grado de ensimismamiento en el que vivimos, una Ucrania desvastada, presidentes que gobiernan sin escrúpulos, llenos de mentiras, un planeta que arde sin vuelta atrás mientras millones de niños siguen pidiendo limosna, esclavos de un mundo sin vergüenza, violencia sin freno, poblaciones que luchan por una gota de agua?
"...Todo corrobora que en el interior de los Tiempos Modernos, fervorosamente alabados, se estaba gestando un monstruo de tres cabezas: el racionalismo, el materialismo y el individualismo. Y esa criatura que con orgullo hemos ayudado a engendrar, ha comenzado a devorarse a sí misma..." - dice en su libro.
"Al parecer,la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de globalización ..."
Sabato habla en este libro, pequeño, de algo más de 200 páginas, sobre la educación, la justicia y la injusticia, sus experiencias políticas, sus desengaños, su familia, de Bosnia, de Chernobil, de la clonación, de autores, de amigos, de experiencias ¡de tantas cosas!
En 1998, Sabato escribió:
"Ya hace unos años, la capacidad destructiva del mundo era cinco mil veces superior a la que había en época de la Segunda Guerra Mundial (... ) Un chiquito muere de hambre cada dos segundos. Lo criminal es que con el medio por ciento del gasto de armammentos se podría resolve el problema alimentario de todo el mundo..." - esto escribió en 1998. Hoy, 2023, las cosas van por un camino aún peor.
Algunos me dicen: No deberías leer estas cosas, hacen mal. Disiento. He llegado a una edad en donde justamente, más que nunca, quizá mirar hacia atrás me ayuda a creer, a apostar a un mundo mejor cueste lo que cueste.
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