Hoy encontré una pequeña libreta, muy pequeña, con muchos años, rústica, artesanal. La abrí y había un poema de mi madre, escrito a mano, con linda letra, esa letra de maestra como decía mi padre. No sé de cuándo es porque no tiene fecha. No sé si estaba terminado o si era solo un "bosquejo". Lo que sé es que estas melancólicas palabras son preciosas, son de mi madre.
Se llama CICATRIZ A CONTRALUZ y los transcribo tal como está escrito.
De refilón
volví a mirar el azulejo
rasgado del baño
y su sutil arabesco,
me traicionó la mañana.
Una cicatriz a contraluz
le marcaba su inevitable
parpadeo,
su polvoriento final junto
a mis pies
cuando cualquier día de estos,
el claro grisado de su vida
no esperará más
y se desprenderá como un fruto imaginario
sobre el mar
estrepitoso,
sollozante bailarín quebrado
por las baladas del tiempo.
Sí, ya me lo veo venir.
Una de estas mañanas
me encontraré con una
herida más en la casa
y la lluvia entrará
con hilvanes silenciosos
hasta inclinarme el alma
sobre las flores rosadas
de mi camisón.
Marta Giménez Pastor.
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