Leí EL CAMINO de Miguel Delibes (1920-2010). Sí, de Miguel Delibes, el gran escritor español.
Más allá de LOS SANTOS INOCENTES y de la conmovedora obra SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS (obra en recuerdo a Ángeles, su mujer, su "equilibrio") no había leído mucho de Delibes pese a su importantísima trayectoria: 20 novelas, libros de viajes, relatos, ensayos, cuentos, textos periodísticos, premios. Es, sin duda alguna, uno de los grandes nombres de la literatura. Por suerte, en la edición que compré, hay un detallado prólogo de Marisa Sotelo que me hizo conocer más sobre la obra de Delibes.
¿De qué se trata EL CAMINO?
Sin ser experta les diría que se trata de una novela costumbrista, ese género literario que retrata y describe costumbres de un país, una región o de pueblos, pero está claro que me quedo corta al considerarla así porque en EL CAMINO, estas costumbres, características, están contadas con inmensa ternura, humor, ironía y a través de los ojos y la sensibilidad de Daniel, el Mochuelo*, un niño de 11 años.
Desde su cama, a poco de dejar su pueblo para irse a la ciudad a estudiar y "progresar", aceptando el camino que le impuso su padre, Daniel evoca las aventuras y desventuras con sus inseparables amigos: Germán, el Tiñoso y Roque, el Moñigo
"Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal..."
Pero con las aventuras de este trío de amigos, EL CAMINO también retrata la vida de todo un pueblo, un pueblo español, en los años de la posguerra con todas sus carencias y vaivenes. Con un lenguaje natural, Delibes cuenta a través de los ojos de Daniel, la vida del valle, de ese valle que significaba tanto para el Mochuelo.
"...Bien mirado significaba todo para él. En el valle había nacido y, en once años, jamás franqueó la cadena de altas montañas que lo circuían. Ni experimentó la necesidad de hacerlo siquiera...."
La novela narra la vida de gente sencilla, grandes y chicos, con personajes típicos (muy bien caricaturizados): el cura, el viudo, la solterona, el maestro, el alcalde, las "cotillas". Narra lo cotidiano de la aldea, que si bien no era muy distinta a tantas otras de la España rural de la época, para Daniel, el Mochuelo, era única.
"...Los problemas no eran vulgares, su régimen de vida revelaba talento y de casi todos sus actos emanaba una positiva trascendencia..."
Daniel, a los 11 años, por decisión de su padre, debe dejar su pueblo para estudiar a la ciudad y así, emprender un nuevo CAMINO, el del progreso, un camino que él no desea porque no quiere dejar sus raíces, su territorio, sus recuerdos, sus vivencias y porque sabe que "su camino" está en su pueblo, junto a sus amigos, sus gente y sus paisajes.
"A Daniel, el Mochuelo, le dolía esta despedida como nunca sospechara. Él no tenía la culpa de ser un sentimental. Ni de que el valle estuviera ligado a él de aquella manera absorbente y dolorosa. No le interesaba el progreso (...) Y, en cambio, le importaban los trenes diminutos en la distancia y los caseríos blancos y los prados y los maizales parcelados...el chillido reiterado y monótono de los sapos bajo las piedras en las noches húmedas (...) Sin embargo, todo había que dejarlo por el progreso. "
Un hecho inesperado hace que la visión de la vida de Daniel cambie y que, a su corta edad, tome conciencia que la vida tiene un final.
"...Algo se marchitó de repente muy dentro de su ser: quizá la fe en la perennidad de la infancia. Advirtió que todos acabarían muriendo, los viejos y los niños. Él nunca se paró a pensarlo y, al hacerlo ahora, una sensación punzante y angustiosa casi le asfixiaba. Vivir de esta manera era algo brillante y, a la vez, terrible tétrico y desolado. Vivir era ir muriendo día a día, poquito a poco, inexorablemente..."
EL CAMINO es una novela llena de infancia, de frases divertidas, motes irónicos e indispensables, inocencia, amor por la naturaleza, verdades de pueblo y "tipos vivos", como decía Delibes, con un lenguaje limpio, rural, sencillo, natural. El mismo Delibes dijo que después de haber recibido el Premio Nadal en 1947 por su obra La sombra del ciprés es alargada dejó la literatura grandilocuente y la retórica para "escribir como hablo (...) me despojé de lo postizo y salí a cuerpo limpio".
EL CAMINO tiene ternura, es triste, divertida, melancólica pero sobre todo es el reflejo de un pueblo y de esos caminos que nos van formando y que nos hacen crecer.
En 1978 se hizo una versión para la Televisión española, pueden verla en el siguiente enlace aunque se nota el paso del tiempo.
*Mochuelo es el nombre común de varias aves rapaces nocturna.
Mis comentarios son los de una simple lectora
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