Poco tiempo después le conté a la misma amiga que, luego de recorrer el mundo y de saltar de ciudad en ciudad, me había dado cuenta que mi marido además de ser "mi faro" también era "la única ciudad en el mundo en la que yo quería vivir".
Curiosamente, la otra noche, mirando aburrida una película en televisión (un poco kitsch confieso), la protagonista leyó este pequeño poema que le había dejado su novio de juventud.
Curiosamente, la otra noche, mirando aburrida una película en televisión (un poco kitsch confieso), la protagonista leyó este pequeño poema que le había dejado su novio de juventud.
" Hay mares grandes e infinitos
pero tu eres el puerto.
Confía en mí, duerme tranquila,
siempre navegaré hacia tí.
Tu eres el faro, el destino final.
Confía en mi, duerme tranquila,
lo demás son solo olas juguetonas.
Solo tú eres mi puerto"
Al escucharlo, me despabilé y lo anoté porque me hizo pensar en "mi única ciudad", en "mi faro", el que conocí en mi juventud, el que calma las aguas y sigue durmiendo a mi lado desde hace muchos años.
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