Terminé El hombre de la dinamita, la novela del reconocido escritor sueco Henning Mankell (1948-2015). Fue su primera novela (1973) . La historia transcurre en Suecia, en 1911. Los periódicos locales dan la noticia de que Oskar Johansson, dinamitero de 23 años, ha muerto en un trágico accidente producido durante la voladura de un túnel. La noticia nunca se desmiente, pero Oskar sobrevive aunque con secuelas atroces. Oskar sigue trabajando hasta su jubilación. Se casa, tiene hijos, es socialista, sueña y vive, hasta su muerte en 1969, entre alegrías, tristezas, desencantos, amistades sin palabras, radio, diarios, soledad.
Me gustó mucho. Es un libro con una narración muy original, que desorienta un poco, donde distintas voces cuentan la vida de este obrero marcada no solo por el accidente, si no por una vida dura como la de muchos, muchísimos obreros, en la primera mitad del siglo XX con cambios sociales, guerra, nazis. Pero más allá de esta sucinta reseña, en la historia de Oskar hay buenas reflexiones, muchas veces crueles, tristes, reales, que nos hablan sobre la aceptación de la vida y el paso del tiempo.
"...Por lo menos no hablo solo en voz alta. Se ve que mucha gente que vive sola si lo hace. Cabe preguntarse qué tendrán que decirse a si mismos. Ojalá sean cosas divertidas..."
" ...Cuando uno envejece, es fácil que sienta envidia de los jóvenes. ... Y hay que entenderlo. Es natural. Nadie quiere llegar a viejo y que lo aparquen, con los huesos doloridos y el corazón pendiente de un hilo en el pecho... Ser viejo es feo, pero el hombre ha envejecido en todas las épocas...
"...Cuando tenia veinte años, pensaba que después de la muerte no había nada. Nada. Nos convertimos en tierra y hierba. Diez años después, creía que tal vez hubiera algo más. Y luego empecé a creer que nacemos en otra persona (...) Ahora pienso que vivir no es tan divertido como para querer repetir..."
Mientras leía El hombre de la dinamita, España, donde resido gran parte de mi tiempo, estaba en plena campaña electoral. El Partido Socialista estaba primero en la listas de ganadores. Oskar, el personaje del libro de Mankell, dice cosas simples, muy simples pero muy interesantes sobre el socialismo, claro, el de otra época pero socialismo al fin. La mejor para mi es ésta: "El socialismo combate la soledad..."
Si bien El Puente es una crónica y los otros dos títulos son novelas, los tres libros tienen algo en común. ¿Qué? las historias humanas, reales o imaginadas pero historias humanas, historias de trabajadores, de vidas desfavorecidas, trabajos duros, olvidados, ignorados.
El Puente es la crónica de la construcción del puente en 1964 que une Brooklyn y Staten Island y que aún hoy sigue considerándose un prodigio de la ingeniería. Con 4176 metros de longitud, este puente colgante es el más largo de Estados Unidos y el sexto del mundo. Gay Talese siguió de cerca el levantamiento de esta construcción y siguió el esfuerzo de algunos de los hombres anónimos que participaron en esta obra.
"En El Puente, Talese hace inmortales a esos trabajadores cuyos nombres aparecen en las crónicas" - decían los críticos.
En Una palabra tuya, Rosario y Milagros son jóvenes, amigas de infancia, son barrenderas, no tienen una vida muy atractiva, ni novio, ni muchos amigos, ni mucho futuro hasta que un día, un encuentro inesperado, sorprendente, dará un vuelco en la vida de estas mujeres comunes, de esas que a veces ni miramos.
Esta novela es el retrato de dos mujeres que solo intentan vivir lo mejor posible y en donde la crudeza, la piedad, el valor, el perdón, la emoción nos invade hasta las lágrimas. Se hizo una versión en cine (con Malena Alterio, hija del gran Héctor Alterio) de esta novela de Elvira Lindo que la vi y me emocionó tanto como el libro.
Son libros sobre vidas, vidas comunes, de ayer, de hoy, de mañana, de siempre porque como muy bien dice Oskar, el personaje de Mankell, un trabajador: "Han cambiado muchas cosas, sí, pero no para nosotros".
Sin duda que muchas cosas han cambiado pero no sé si tanto para las barrenderas que veo todas las mañanas por las calles de Alicante, ni para los miles de obreros que suben y bajan, montan y trepan a diario a construcciones cada vez más sofisticadas ni para los miles de mineros que aún existen en el mundo y que uno no ve.
Mis comentarios son de una simple lectora
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