Pocos días atrás estuve en una cena, en una cena donde había mucha gente. El 97 % eran franceses/as y muchos de ellos/as pasaron, en algún momento de su vida profesional, por la Argentina.
Todos "me" elogiaban el país (yo era la única argentina), Buenos Aires, Bariloche, Salta, los lagos, las cataratas, los bosques de Palermo, el restaurante tal o cual, de la Plaza San Martín etc. etc, ... pero cuando uno me dijo : "Mi mejor recuerdo es haber ido a la Bombonera a ver el clásico Boca-River", pensé : "acá se pudrió todo" porque siempre me pareció un programa turístico impresentable pero bueno, dejé pasar el comentario porque, según dicen, el fútbol es pasión de multitudes.
La cena siguió y con tanto elogio a la Argentina, tantos recuerdos se me piantó un lagrimón a escondidas pero no tuve tiempo de disfrutar mi nostalgia porque en mitad de la festichola, empecé a recibir whatsapp con ciertas imágenes lamentables sobre la previa al clásico partido Boca-River.
Mi lagrimón emocionado, mi lagrimón orgulloso se convirtió en bronca, pena y vergüenza pura y absoluta. Digan que con la historia de los "chalecos amarillos", encapuchados, borrachos, barricadas, gases, proyectiles etcéctera de París nadie se dio cuenta de la vergüenza que sentí al ver la "previa" del Boca-River.
Lo siento, estoy muy enojada y avergonzada de un país ineficiente e impresentable y como dice Martín Caparrós "Quizá por fin se acepte, se confirme: la Argentina es un país dañado".
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