Aquí estoy, otra vez con un libro que pensaba donar a una biblioteca pero que finalmente decidí guardarlo en la mía. Se trata de un clásico de la crónica argentina: Larga distancia de Martín Caparrós.
Desde el año 1992, año en que Caparrós hizo este libro, su primer libro de crónicas, las cosas han cambiado y mucho pero aunque el 1 de julio de 1997 el Reino Unido le transfirió Hong Kong a la República Popular China, Evo Morales llegó a ser presidente de Bolivia y McDonalds invade Moscú, hay miradas y memorias que no cambian y dan placer releerlas.
Hay crónicas que me gustaron más que otras. Y eso se ve en la cantidad de mis subrayados como los que hice en El espíritu del Capital, sobre Hong Kong, La ruleta rusa, sobre Moscú o La China rosa. Pero quizás uno de los textos que más me conmovió releer es el de La isla de la fantasía. Es sobre Haití.
Hace pocos días se cumplieron 8 años del terrible terremoto que sacudió a la isla. Un terremoto que dejó más de 300000 muertos, miles de heridos, millones damnificados y un país completamente destruido agravando su pobreza endémica.
Pese a que en ese momento la ayuda llegó a gran escala, Haití sigue siendo pobre,el país más pobre de toda América, con una pobreza extrema a la que a pocos importa. Aproximadamente un 70 % de la población vive en la pobreza y solo el 47% de su población está alfabetizado, es decir con muy pocas posibilidades de cambiar el rumbo de su gente. Sino fuera por los recientes insultos del presidente Trump ni se hablaría de la isla de la fantasía, de este país que no puede cambiar su destino.
Y para terminar debo decirles que esta vez me detuve en los textos intermedios, esos donde Caparrós reflexiona sobre viajes, el viajar y otras pequeñas cosas y en donde dice cosas como ésta:
"...Un viaje rompe el tiempo de la vida. Un viaje, cualquier viaje, crea su tiempo propio, distinto del habitual, para recorrer lugares que no tienen para el viajero más realidad que la de ese período acotado y su recuerdo: que volverán a la inexistencia una vez abandonados..."
Hay crónicas que me gustaron más que otras. Y eso se ve en la cantidad de mis subrayados como los que hice en El espíritu del Capital, sobre Hong Kong, La ruleta rusa, sobre Moscú o La China rosa. Pero quizás uno de los textos que más me conmovió releer es el de La isla de la fantasía. Es sobre Haití.
Hace pocos días se cumplieron 8 años del terrible terremoto que sacudió a la isla. Un terremoto que dejó más de 300000 muertos, miles de heridos, millones damnificados y un país completamente destruido agravando su pobreza endémica.
Pese a que en ese momento la ayuda llegó a gran escala, Haití sigue siendo pobre,el país más pobre de toda América, con una pobreza extrema a la que a pocos importa. Aproximadamente un 70 % de la población vive en la pobreza y solo el 47% de su población está alfabetizado, es decir con muy pocas posibilidades de cambiar el rumbo de su gente. Sino fuera por los recientes insultos del presidente Trump ni se hablaría de la isla de la fantasía, de este país que no puede cambiar su destino.
"...Un viaje rompe el tiempo de la vida. Un viaje, cualquier viaje, crea su tiempo propio, distinto del habitual, para recorrer lugares que no tienen para el viajero más realidad que la de ese período acotado y su recuerdo: que volverán a la inexistencia una vez abandonados..."