Vivir en París y alejarse de lugares frecuentadísimos no es tarea sencilla pero, a veces, andando y andando, uno lo logra.
AUTEUIL , la tranquilidad de un barrio parisino
El famoso Puente Bir-Hakeim es mi punto de
partida para pasear por Auteuil, uno de los cuatros sectores del elegante distrito XVI de la ciudad.

La rodeo, la comparo, saco fotos y subo al puente de Grenelle para seguir mi paseo hacia el barrio de Auteuil.
Desde allí arriba, veo por un lado la sublime Torre Eiffel, por el otro, la estatua de la Libertad. Por un lado, lindando el barrio XV, un bloque de altos edificios de avanzada de los años 70, y por el otro, la inmensa construcción de Radio France.
Camino hacia la rue La Fontaine, una de las mejores
muestras
del “Art Nouveau” parisino donde, en el número 14, encuentro el primer ejemplo: el Castel Béranger, un inmueble construido en 1895 por
el arquitecto francés Hector Guimart (1867-1942).
Son 36
departamentos ubicados en 3 edificios dispuestos alrededor de un pequeño patio
interior, en donde se destacan los detalles decorativos de la fachada, el
uso del hierro forjado, figuras alrededor de los exteriores y de los balcones. Esta obra, considerada una de las construcciones
más representativas del Art Nouveau, ganó el concurso de fachadas de la ciudad
de París en 1898 aunque recién fue declarado monumento histórico en 1992.


Un poco más lejos, en el número 40 de la misma
calle, se alza un edificio neogótico que pertenece a la Fundación de
los huérfanos aprendices de Auteuil que, desde 1866 se dedica a
recibir, formar y ayudar a niños y jóvenes en dificultad de integración social.
En el número 60 hay otra obra del
arquitecto Guimard, el representante del Art Nouveau en Francia que
lamentablemente no dejó ni escuela ni discípulos. Se trata del
hotel particular y taller de un industrial textil y artista de
origen veneciano, Paul Mezzara. A pesar de que el edificio tiene un cierto
aire gótico se aprecian detalles del estilo Art Nouveau. Para muchos
expertos ésta es su obra maestra.
Aunque el barrio de Auteuil ha sido uno de
los barrios preferidos del arquitecto, y sus clientes constituían una red muy
selecta, la fama de Guimard se debe sobre todo a las célebres entradas al Metro
de París, terminadas justo a tiempo para la Exposición Universal de 1900.
Este hombre, a veces olvidado, dejó un legado de creatividad, hierro y
vidrio.
“...Así se encontró este artista con la posibilidad de “plantar” en las
calles de París más de un centenar de entradas para un sistema de transporte
urbano que daba cuenta de la tecnología del nuevo mundo. En un espacio urbano
historicista, cargado de cúpulas, mansardas y piedras, Guimard ubicó sus
diseños de líneas curvas, resueltos en hierro a la vista color verde y vidrio,
con sus columnas en formas de troncos vegetales, naciendo de los adoquines y
las veredas, que se cerraban como ramas para sostener las lámparas eléctricas.
Fueron 141 las entradas construidas entre 1900 y 1912, de las cuales todavía
existen 86, 35 originales…” – cuenta el sitio oyp.com.ar
******
El “Village de Auteuil” , como también se lo conoce a este distrito porque conserva aún el placer de un ritmo lento, fue reconocido en el siglo XVIII por parisinos ricos que instalaron sus casas de campo y por artistas que buscaban la calma de un pueblo cerca del Sena. Más tarde, durante el siglo XIX, su fama residencial atrajo fortunas y la construcción de elegantes casas dejó un cierto aire burgués.
A Auteuil se lo identifica
por su aire chic, por rincones intactos,
jardines, un ambiente familiar y sus calles vacías durante los fines de semana.
Cuando el arquitecto se casó con la rica pintora americana Adeline Oppenheim, le regaló la construcción de la Villa Flore dejando atrás el Art Nouveau para utilizar el Arte Moderno. Muchas veces se pensó en hacer allí el Museo Guimart, pero parece que a nadie le interesó concretar este proyecto.

En el número 8 del Square du Dr. Blanche se puede visitar la Fundación Le Corbusier. Fue el propio arquitecto, sin
herederos directos, que dedicó 15 años de su vida al proyecto de una
institución que llevara su nombre para la conservación y difusión de su obra
por miedo a que sus archivos no fueran guardados después de su
muerte.
Y en el número
25 de la calle Claude Lorrain se encuentran Dietz-Monnin, Emile Meyer y Cheyson, tres chalets que reflejan, en pleno París, el
aire de otra época.
Al barrio de Auteuil también se lo aprecia por la calma y los espacios verdes.
El parque Sainte-Périne, es un buena opción para disfrutar un día de sol. Un verdadero oasis verde de 40.000 metros
cuadrados ondulados y placenteros abiertos al público.
Los invernaderos de Auteuil, es otra de las atracciones del barrio. Un parque organizado alrededor de un jardín
central a la francesa con estructuras construidas en el siglo XIX, época
gloriosa de estas edificaciones, que albergan una inmensa colección de especies.
El museo de Roland-Garros, templo del tenis mundial
sobre polvo de ladrillo o el Jardín de Ranelagh también son buenas pulmones verdes.
Mi paseo por el barrio de Auteuil termina en la mítica piscina Molitor, conocida como Piscina Auteil-Molitor, un complejo construido en 1929 e inaugurado por el nadador olímpico, más
conocido por su rol en Tarzán, Johnny Weissmuller.
Su estructura
fue famosa por su diseño Art Deco y por haber sido elegida para la presentación
de las osadas bikinis en el año 1946. Durante 60 años, fue el lugar de
reunión de cierta clase social parisina.
En 1989, la legendaria piscina
tuvo que cerrar sus puertas dejando una herencia artística que le permitió ser declarada monumento histórico en 1990. Curiosamente a
partir de ese momento se convirtió en el templo del underground parisino, pero
no logró resucitar su gloria y se lo fue abandonando. 20 años después, se aprobó la renovación de la Piscina Auteuil-Molitor y hoy, preservando la fachada, muchos de los elementos originales y con una millonaria inversión, se convirtió en un hotel 4 estrellas.
Aquí, en la terraza, a cielo abierto, entre artdeco y graffiti, entre herencia y modernidad, disfruto de este mítico lugar en la tranquilidad que ofrece Auteuil, un barrio con alma tranquila en la ciudad de París.
Las fotos no son mías. Son tomadas de Internet libre acceso.