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POSTALES - Barrios de París

Contar un viaje, la experiencia, la anécdota, los datos, dar detalles es mirar, descubrir, describir, buscar personajes, despojarse de lugares comunes, de posesivos, de frases hechas y ver más allá de lo obvio. Pero también contar un viaje, describir un lugar es escribir, ensayar, intentar, probar hasta que salga algo potable. Como mis próximos meses estarán marcados por los viajes decidí escribir algunos de estos paseos.


Un paseo por Auteuil, uno de los cuatro sectores del barrio XVI de la ciudad de París, el barrio más grande en términos de superficie, un barrio apartado de la ciudad monumental, dorada, grandiosa y que permite conocer otra cara de la ciudad.

AUTEIL, la tranquilidad de un barrio parisino 

Alejándome de lugares turísticos y muy frecuentados de París, decido zigzaguear el río Sena hacia el oeste para llegar al famoso Puente Bir-Hakeim. El será mi punto de partida para pasear por Auteuil, uno de los cuatros sectores del elegante distrito XVI de la ciudad.

El puente Bir-Hakeim no solo es una gran obra de ingeniería de dos niveles construida a principios del siglo XX sino también, un monumento histórico que ha servido de escena a célebres películas.

Cruzar el puente entre esas impresionantes columnas de hierro, enormes farolas y estatuas vale la pena, a pesar del incesante paso de autos, bicicletas y el metro que circula por el carril superior del puente, para revivir las imágenes de Marlon Brando, Marion Cottillard, Leonardo DiCaprio o Jean Paul Belmondo y otros grandes del cine que retrataron en sus películas a uno de los puentes más emblemáticos y nostálgicos de París 




A mitad de camino, encuentro las escaleras que permiten bajar a la Senda de los Cisnes, una isla artificial de 850 metros de largo y 11 de ancho. Deambulo por este verdadero paseo arbolado con bancos de plaza en medio del Sena y llego a la otra punta de la isla donde surge la réplica, en menor tamaño, de la Estatua de la Libertad donada por la comunidad parisina residente en Estados Unidos conmemorando el centenario de la Revolución Francesa en 1889. 

La rodeo, la comparo, saco fotos y subo al puente de Grenelle para seguir mi paseo hacia AuteuilDesde arriba, tengo, a mis espaldas, la sublime Torre Eiffel. Delante, la estatua de la Libertad. En una de las orillas, lindando el barrio XV, un bloque de altos edificios de avanzada de los años 70, y en la otra, la inmensa construcción de Radio France.


Me acerco a este corpulento edificio, también conocido como la “casa redonda”, que aloja desde 1963 a la Radio y Televisión pública francesaSu forma tan particular de 500 metros cuadrados de circunferencia y una torre de 68 metros de altura se debe a la inspiración en los diversos logotipos de Radio Francia. 
En el año 2007, por diversas razones entre ellas un grave incendio, se programó un plan de renovación del edificio para su restructuración y puesta en norma. Los faraónicos trabajos duraron casi 7 años y la «maison» reabrió sus puertas en el 2014 con nuevas eco-tecnologías en sus oficinas, en los 63 estudios de grabación, las salas de conciertos y el auditorio con capacidad para 1460 personas en el que se ofrecen actividades culturales y musicales.

Sigo camino hacia la rue La Fontaine, una de las mejores muestras del “Art Nouveau” parisino. 

El primer ejemplo se encuentra en el número 14. Es el Castel Béranger, un inmueble construido en 1895 por el arquitecto francés Hector Guimart (1867-1942). Son 36 departamentos ubicados en 3 edificios, dispuestos alrededor de un pequeño patio interior, en donde se destacan los detalles decorativos de la fachada, el uso del hierro forjado, figuras alrededor de los exteriores y de los balcones. Esta obra, considerada una de las construcciones más representativas del Art Nouveau, ganó el concurso de fachadas de la ciudad de París en 1898 aunque recién fue declarado monumento histórico en 1992. 

Fichier:Paris 16 - Castel Béranger -7.JPG — WikipédiaL'entrée du Castel Béranger (Hector Guimard, Paris) | Puertas ...

Más allá, en el número 40 de la misma calle, se alza un edificio neogótico que pertenece a la Fundación de los huérfanos aprendices de Auteuil que, desde 1866 se dedica a recibir, formar y ayudar a niños y jóvenes en dificultad de integración social. 

En el número 60 hay otra obra del arquitecto Guimard, el representante del Art Nouveau en Francia que lamentablemente no dejó ni escuela ni discípulos. Se trata del hotel particular y taller de un industrial textil y artista de origen veneciano, Paul Mezzara. A pesar de que el edificio tiene un cierto aire gótico se aprecian detalles del estilo Art Nouveau. Para muchos expertos ésta es su obra maestra.


Aunque el barrio de Auteuil ha sido uno de los barrios preferidos del arquitecto, y sus clientes constituían una red muy selecta, la fama de Guimard se debe sobre todo a las célebres entradas al Metro de París, terminadas justo a tiempo para la Exposición Universal de 1900. Este hombre, a veces olvidado, dejó un legado de creatividad, hierro y vidrio.   

“...Así se encontró este artista con la posibilidad de “plantar” en las calles de París más de un centenar de entradas para un sistema de transporte urbano que daba cuenta de la tecnología del nuevo mundo. En un espacio urbano historicista, cargado de cúpulas, mansardas y piedras, Guimard ubicó sus diseños de líneas curvas, resueltos en hierro a la vista color verde y vidrio, con sus columnas en formas de troncos vegetales, naciendo de los adoquines y las veredas, que se cerraban como ramas para sostener las lámparas eléctricas. Fueron 141 las entradas construidas entre 1900 y 1912, de las cuales todavía existen 86, 35 originales…” – cuenta el sitio oyp.com.ar

El “Village de Auteuil” , como también se lo conoce a este distrito porque conserva aún el placer de un ritmo lento, fue reconocido en el siglo XVIII por parisinos ricos que instalaron sus casas de campo y por artistas que buscaban la calma de un pueblo cerca del Sena. Más tarde, durante el siglo XIX, su fama residencial atrajo fortunas y la construcción de elegantes casas dejó un cierto aire burgués.

Una de las zonas comerciales de Auteuil está en la plaza Jean Lorrain, en el cruce de la Rue de La Fontaine y Rue d’Auteuil. Allí, dos veces por semana, se abre el mercado al aire libre. Los puesteros se ubican desde muy temprano, invierno o verano, para vender colores, sabores y aromas de productos frescos. 

En Francia, los días de feria, el pueblo, la plaza, el barrio cobra vida. Las librerías exhiben ofertas, los floristas exponen sus mejores ramos y muchas veces la música se entremezcla con olores sutiles de productos locales. Los lugareños toman un café entre compra y compra o se dejan tentar por las delicias de boutiques cercanas como los famosos chocolates de Servant Le Confiseur d'Auteuil o los macarons de Lenôtre, el imperio gastronómico construido por Gastón Lenôtre, considerado el padre de la pastelería moderna. 


A Auteuil se lo identifica por su aire chic, por rincones intactos, jardines, un ambiente familiar y el vacío de sus calles los fines de semana. Sin embargo, el barrio propone algo más que esto. 

En la calle Poussin está la Villa Montmorency, que aunque no se pueden traspasar las rejas porque es uno de los pocos barrios cerrados de la ciudad, uno puede curiosear algunas de esas casas selectas. 
Sobre la elegante Avenida Mozart, hay atractivos inmuebles del 1900 y en el número 122 de la avenida, Hector Guimard dejó otra de sus huellas. 
Cuando el arquitecto se casó con la rica pintora americana Adeline  Oppenheim, le regaló la construcción de la Villa Flore dejando atrás el Art Nouveau para utilizar el Arte Moderno. Muchas veces se pensó en hacer allí el Museo Guimart, pero parece que a nadie le interesó concretar este proyecto.
En el número 8 del Square du Dr. Blanche se puede visitar lFundación Le Corbusier. Fue el propio arquitecto, sin herederos directos, que dedicó 15 años de su vida al proyecto de una institución que llevara su nombre para la conservación y difusión de su obra por miedo a que sus archivos no fueran guardados después de su muerte.  

Y en el número 25 de la calle Claude Lorrain están Dietz-Monnin, Emile Meyer y Cheyson, tres chalets que reflejan, en pleno París, el aire de otra época.

Auteuil se lo aprecia por la calma y los espacios verdes. Eparque Sainte-Périne, es un buena opción para disfrutar un día de sol. Un verdadero oasis verde de 40.000 metros cuadrados ondulados y placenteros abiertos al público. 
Los invernaderos de Auteuil, es otra de las atracciones del barrio. Un parque organizado alrededor de un jardín central a la francesa con estructuras construidas en el siglo XIX, época gloriosa de estas edificaciones, que albergan una inmensa colección de especies, el museo de Roland-Garros, templo del tenis mundial sobre polvo de ladrillo o el Jardín de Ranelagh también son buenas pulmones verdes.



Mi paseo por Auteuil termina en la mítica piscina Molitor, conocida como Piscina Auteil-Molitor, un complejo construido en 1929 e inaugurado por el nadador olímpico, más conocido por su rol en Tarzán, Johnny Weissmuller. Su estructura fue famosa por su diseño Art Deco y por haber sido elegida para la presentación de las osadas bikinis en el año 1946. Durante 60 años, fue el lugar de reunión de cierta clase social parisina. 
En 1989, la legendaria piscina tuvo que cerrar sus puertas dejando una herencia artística que le permitió ser declarada monumento histórico en 1990. Curiosamente a partir de ese momento se convirtió en el templo del underground parisino, pero no logró resucitar su gloria y se lo fue abandonando.

20 años después, se aprobó la renovación de la Piscina Auteuil-Molitor y hoy, preservando la fachada, muchos de los elementos originales y con una millonaria inversión, se convirtió en un hotel 4 estrellas.
Aquí, en la terraza, a cielo abierto, entre artdeco y graffiti, entre herencia y modernidad, disfruto de este mítico lugar en la tranquilidad que ofrece Auteuil, un barrio con alma tranquila en la ciudad de París. 

Las fotos no son mías. Son tomadas de Internet libre acceso. 

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