Acabo de terminar el libro LA TIERRA ELEGIDA de JUAN FORN.
Me gustó y mucho. Me gusta que me cuenten historias, y me gusta cuando las cuenta Forn.
Mientras pensaba en eso, en cómo me gustaban las historias contadas por este fantástico escritor, cronista, periodista, traductor argentino, leí en la página 150 del libro, lo siguiente:
"....Mi oficio, como el Sorín, (se refiere a Carlos Sorín, director y guionista de cine argentino) consiste en contar historias. El origen de ese oficio de esa vocación es fácil de rastrear: me gusta que me cuenten historias. Pocas cosas me gustan más, desde que era chico. Pocas cosas me han enseñado más, desde que tengo uso de razón.
La Historia está en todas partes, porque estamos rodeados de historias. Los desvelos cotidianos de cada uno de nosotros, nuestras pequeñas historias, conforman la historia del lugar donde vivimos. Y así se construye la Historia, generación tras generación: cómo contamos la historia, cómo escuchamos la historia que nos cuentan. " Nunca mejor dicho.
A mí también me gusta que me cuenten historias. Mi madre era una gran contadora de historias. Me gustaba escucharla. Ella contaba historias, sus historias, pequeñas historias, las historias de la familia, de lo cotidiano, de sus aventuras y las contaba tan bien y con tanta gracia que muchas de ellas quedaron grabadas "generación tras generación".
Ella era una buena contadora de historias y será por eso, por esos recuerdos, por esas historias que escuchaba con tanto placer, que me siguen gustando los contadores de historias como el gran Forn.
Mis comentarios son de una simple lectora.