Una tontería dirán ustedes.¿Quién podría sorprenderse al ver una mamá que habla y habla y habla por su celular mientras empuja el cochecito con el bebé, hamaca con una mano a su hijita o tira la pelota de fútbol mientras contesta, lee un mensaje, envía el último emoticon, saca una foto para compartir en instagram...
Y sí, estas imágenes cotidianas son más que normales pero ¡qué quieren que les diga, no dejan de sorprenderme!
El tema no es nuevo, no descubro nada, pero no deja de inquietarme cada vez que veo a alguien cruzar la calle pendiente de una pantallita o al que no puede evitar responder mensajes en la oscuridad de un cine o a los que hablan solos todo el día por la calle enviando mensajes de voz.
También están bajo mi inquietud los que ni ven que su perro ensucia una vereda mientras ellos responden al instante el último mensaje recibido, los que entorpecen la salida del subte por leer el último tweet, los que no obedecen el pedido de apagar los celulares durante una función o se sacan una selfie sentados en una butaca del teatro segundos antes de que se levante el telón. También entran en mi sorpresa los que en una sala de espera cuentan su día por teléfono, el cajero del supermercado que consulta sus mensajes antes de atenderte o el cliente que mientras espera que le llenen el tanque en la estación de servicio consulta su facebook al lado del cartel:
Maritchu Seitún, autora de la nota Mamás y celulares, un nuevo dilema, dice sencillamente :
"... me preocupa la pobreza y la volatilidad de las conexiones humanas a las que nos estamos acostumbrando (...) y no hablo sólo de madres, sino también de padres, y de abuelas, porque los smartphones también se interponen en el encuentro con los nietos (...) Me preocupa el modelo que los adultos estamos presentando a los chicos con nuestro uso de tecnología (....) .Apaguemos los teléfonos, ofrezcamos tiempo de encuentros de calidad ...".
En este caso, Marituchu habla de madres y celulares, pero ampliemos estas líneas porque valen para todos. Ustedes, yo, ellos, aquellas, los otros, el de más allá.
Comprendo lo útil que es todo esto, lo valioso de lo inmediato, de estar cerca en segundos, lo entiendo pero ¿Tanta necesidad tenemos de no perdernos nada, de estar al tanto de todo, de hablar sin hablar, de responder rápido, de estar disponible a toda hora, de ver antes que cualquiera la foto, de compartir todo, poner me gusta aunque no lea de que se trata y en lugar de expresarme con palabras llenar de corazones una oración?
¿Tanta necesidad tenemos de estar conectados cuando casi no podemos acordarnos que estamos perdiendo los instantes de un encuentro real entre amigos, de una mirada del bebé, de un momento con mamá, de un gesto de la abuela, de pensar mejor una foto, de recibir una sonrisa real y tener un encuentro de calidad?