Y ahí ando, leyendo por aquí y por allá. Así me encontré con estas dos notas: elpais.com y www.ideal.es
La prengunta es ¿A quíénes rezan los líderes del mundo? Empiezan por Obama, otros presidentes norteamericanos como Bill Clinton (que bien le fue con sus misas de cada domingo de la mano de Hillary ) pasando por la discreción alemana, la frialdad inglesa (aunque Cameron la ha roto) hasta la laicidad francesa.
En una sociedad como la norteamericana, en donde estos detalles cuentan, el presidente Trump fue muy criticado por sus preferencias golfistas domingueras o por priorizar los domingos en familia en lugar de ir a misa. Obama tuvo que aclarar que su decisión de no acudir mucho era para evitar ser el centro de atención y perturbar la paz y religiosidad de otros. Sabio el hombre.Yo estoy de acuerdo con su ausencia porque finalmente, como dijo su asesor espiritual: "lo importante no es dónde se rece si no cómo sirvas a ese Dios al servir a tu prójimo".
Leyendo estas notas también pensé en la Argentina. Pensé que no tenemos esa costumbre tan americana de fotografiar al presidente a la salida de la iglesia, ni repartiendo huevos de Pascua en la residencia presidencial, ni parado en la puerta de un templo, ni compartiendo el árbol de navidad en revistas. Recordé las tristes imágenes de algunos de nuestros gobernantes en misa. Me pregunté si Cristina tendría una asesor espiritual. Pensé en la ansiedad desesperada que tienen los políticos argentinos por sacarse una foto con el papa Francisco (aunque pocas veces hayan entrado a una iglesia y se porten como chanchos) y en el cambio de vereda en cuanto se necesita.
Y releí la sentencia de Pablo de Diego, vicerrector de la UNED y catedrático de Derecho:
«Los políticos son camaleones que saben usar la religión y se ponen la casulla (vestidura litúrgica que se pone el sacerdote cuando va a decir misa) cuando toca».
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