Todos estamos al tanto de los atentados en Paris, de Charlie Hebdo, de los 17 muertos, de las marchas, el apoyo, las palabras de unos y de otros. Para muchas personas en Francia y en el mundo, los hechos fueron un golpe muy duro para la libertad de expresión, para la tolerancia y la fraternidad. Muchos lo llamaron el "11 de septiembre francés" aunque personalmente, creo que estuvo bien lejos de la imagen de las torres gemelas derrumbándose... pero pasado el shock de los primeros días y con la desmesura de información y de imágenes que se han recibido, yo solo intenté poner orden algo de lo que había leído para entender el #JesuisCharlie que apareció en todos lados. Tomé prestado párrafos. Marqué lo que me llamó la atención y lo que me identificaba de alguna u otra manera. Y así estoy... sacando conclusiones.
Elvira Lindo empezó su columna en El País crudamente ( http://goo.gl/Rhn6nG)
"Venga, venga, antes de que se enfríen los cuerpos del tío Bernard, de Wolinski, de Charb, Cabu, Tignous, Honoré o del policía Merabet; antes de que se prolongue en exceso la defensa de los archisabidos valores de Liberté, Égalité, Fraternité que dan sentido a la República Francesa; antes de que nos pongamos demasiado cansinos con la condena del crimen y la defensa de las libertades, vamos a proclamar a los cuatro vientos, para poner a buen recaudo nuestra intachable reputación, que no todos los fieles de esa religión son terroristas y que debemos vacunarnos contra el virus que el atentado puede desatar: la islamofobia. Porque si no lo hacemos, si no incluimos en cada uno de nuestros artículos la consabida frase “hay musulmanes pacíficos”, hay quien se apresurará a tildarnos de racistas, de fascistas, de Houellebecqs o de lepenistas. Pero digo yo que cada cosa tendrá su tiempo, que habrá que guardar un luto. Tres días, cuatro, siquiera una semana. Y en estos días de duelo por unos humoristas cuya lógica tarea consistía en tomarse la religión y el poder a cachondeo lo que toca es tomar el relevo y, en su nombre, defender nuestro derecho a tomarnos el poder y la religión a cachondeo, sin tener que hacer un inmediato repaso a las culpas de Occidente..."
Chistine Ogkhent no duda en decir que "Todos somos Charlie"
"Los caricaturistas fallecidos encarnaban desde hace décadas la irreverencia, la libertad de criticar a golpe de lápiz el orden establecido, a los políticos y a los ricos que fuman puros, al Papa y a la reina de Inglaterra, a los imbéciles, a los fanáticos de toda condición y, en consecuencia, desde hace algún tiempo, a los islamistas barbudos que periódicamente los amenazaban. (...) Todos somos Charlie. Reunidos en paris y por todo el resto del país, los franceses han recuperado su brío. Aplauden al mismo tiempo a los periodistas y a los policías asesinados, a los humoristas y a sus guardianes, la protesta y el orden, indispensables tanto la una como el otro en una democracia. La clase política les ha seguido (...) ¿Cuál es, entonces, el enemigo? En una cultura en la que las palabras tienen tanto peso que fácilmente sirven como solución, va a ser necesario nombrarlo sin darle el privilegio exclusivo al Frente Nacional: se trata sin duda del islamismo radical, ese cáncer yihadista que recluta a jóvenes en paro en las periferias francesas, hijos franceses de una inmigración mal asimilada, musulmanes descarriados de una religión que Francia, laica y orgullosa de serlo, tiene dificultades para integrar de acuerdo con sus propias normas. “¡Soy musulmán y soy Charlie!”: es el más bello eslogan que pudimos ver en París en el momento en que todos aplaudíamos a nuestros amigos muertos"
David Brooks, en el New York Times grita "Yo no soy Charlie Hebdo" (http://goo.gl/rbjSYX)
"A los periodistas de Charlie Hebdo se les aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario estadounidense durante las dos últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos (...) La reacción pública al atentado en París ha puesto de manifiesto que hay mucha gente que se apresura a idolatrar a quienes arremeten contra las opiniones de los terroristas islámicos en Francia, pero que es mucho menos tolerante con quienes arremeten contra sus propias opiniones en su país. (...) Supongo que lo primero que hay que decir es que, independientemente de lo que uno haya publicado en su página de Facebook este viernes, es inexacto que la mayoría de nosotros afirmemos “Je suis Charlie Hebdo” o “Yo soy Charlie Hebdo”. La mayoría de nosotros no practicamos de verdad esa clase de humor deliberadamente ofensivo en la que está especializada ese periódico.
Puede que hayamos empezado así. Cuando uno tiene 13 años, parece atrevido y provocador escandalizar a la burguesía, meterle el dedo en el ojo a la autoridad, ridiculizar las creencias religiosas de otros. Pero, al cabo de un tiempo, nos parece pueril. La mayoría de nosotros pasamos a adoptar puntos de vista más complejos sobre la realidad y más comprensivos con los demás. (La ridiculización se vuelve menos divertida a medida que uno empieza a ser más consciente de su propia y frecuente ridiculez). La mayoría tratamos de mostrar un mínimo de respeto hacia las personas con credos y fes diferentes. Intentamos entablar conversaciones escuchando en vez de insultando. Pero, al mismo tiempo, la mayoría de nosotros sabemos que los provocadores y otras figuras estrafalarias cumplen una función pública útil. Los humoristas y los caricaturistas exponen nuestras debilidades y vanidad cuando nos sentimos orgullosos. (...) En resumen, al pensar en quienes provocan y ofenden, deseamos mantener unas normas de civismo y respeto y, al mismo tiempo, dejar espacio a esos tipos creativos y desafiantes que no tienen las inhibiciones de los buenos modales y el buen gusto. (...) La masacre de Charlie Hebdo debería ser una oportunidad para poner fin a las normas sobre el discurso. Y debería recordarnos que, desde el punto de vista legal, tenemos que ser tolerantes con las voces ofensivas, aunque seamos selectivos desde el punto de vista social.
Víctor Lapuente no sabe si es Charlie (http://goo.gl/vkctVV)
"Como ante todo ataque terrorista, la opinión pública occidental se ha dividido en dos bloques irreconciliables. Por un lado, los “Yo soyCharlie”, que defienden una libertad de expresión sin límites, el derecho a ofender a todo tipo de religión o grupo humano. Es una visión liberal sensata, por mucho que se hayan adherido a ella oportunistas de última hora que hubieran cerrado los Charlies Hebdos de muchos otros países, incluyendo el nuestro. Por el otro lado, tenemos a los “Yo no soy Charlie Hebdo”, para quienes la coexistencia pacífica en el mundo moderno requiere impedir las expresiones “ofensivas” mediante leyes antidiscriminación y antidifamación más estrictas. Si pensamos un poco, vemos que también tiene sentido lo que dicen (...) Sin embargo, tenemos una tercera alternativa: institucionalizar límites, pero no legales, sino profesionales. Límites no fundamentados en normas jurídicas, sino en los códigos éticos de los profesionales; en este caso, de los periodistas..."
Hay mucho más. Los medios de todo el mundo se solidarizaron con los valores franceses, la defensa de la libertad de expresión. Los ilustradores, dibujantes, gráficos de todo el mundo rindieron homenaje a una Torre Eiffel en duelo, a 4 grandes artistas franceses y a sus lápices que no morirán. Hay mucho para leer como las justas palabras del papa Francisco o el excelente artículo de Eduardo Fidanza en La Nación (http://goo.gl/OW4W06) o las palabras de Iván Petrella en su artículo (http://goo.gl/BMRZWv) que dice:
"...Vivimos en un mundo en que, por un lado, crece la apatía y el descreimiento en el proceso democrático ante el fracaso de políticos y políticas y la visibilidad de la corrupción y, por otro, surgen modelos alternativos que aparentan mucho vigor: el autoritarismo chino expande su influencia de la mano de sus logros económicos, y el populismo es fuertemente convocante en sectores de América latina. Incluso Estado Islámico, límite del extremismo, se configura como un polo de atracción que seduce a unos mil nuevos combatientes extranjeros todos los meses. Obviamente, un abismo de fondo y de forma separa estas distintas instancias de descreimiento en la democracia occidental. Pero en todas se violan o erosionan preceptos básicos de la democracia que se pensaba habían sido conquistados para siempre, tal vez no en las instituciones de todos los países pero sí en los corazones de la mayoría de las personas. Hoy la democracia dista mucho de ser el único modelo de sociedad que moviliza y cosecha adeptos..."
Mientras que Timothy Garton Ash dice que "...publicar y publicar es la única forma de callar el fanatismo porque esas #portadas de Mahoma que ahora la ven millones de personas alrededor del mundo han producido un interés abrumardor y legítimo del público por conocer la causa aparente del mostruoso y sanginario asesinato de los dibujantes franceses, sus colegas y los agentes de policiía (...) son los asesinos, y no los caricaturistas, quienes han empañado la imagen del profeta ( ...) Todos los medios de Europa deberían reaccionar... para reafirmar su compromiso con la libertad de expresión... si no se hace algo así, el veto del asesino habrá resultado vencedor. ... Por más que se hagan audaces declaraciones editoriales, se publiquen dibujos solidarios y se lleven a cabo emocionantes manifestaciones, la mayoría de las publicaciones, cuando en el futuro tengan que tomar decisiones por sí solas, caerán en la autocensura por miedo. Y los extremistas violentos de otras idiologías habrán aprendido la lección: si querés imponer tu tabú, conseguite un arma..."
Todo lo que leí me sirvió. Sé que hay días que soy muy Charlie, otros menos, otros casi nada porque más allá del estupor, indignación, enojo, incomprensión frente a estos actos, siento que si se sigue publicando, compartiendo dale que dale, palo más palo, repitiendo y repitiendo, se corre el riesgo que todo se embarre más y más porque si hay algo que es 100 % seguro, es que los grupos extremistas nunca se reirán de lo mismo que nosotros y frente al humor de algunos medios y dibujantes, no dudarán en conseguir más armas.
18 de enero
Ya estoy con la cabeza en los 2000 muertos de Nigeria, las casas desbastadas, las ciudades incendiadas... y hoy siento que soy más nigeriana y menos Charlie porque al menos los 17 muertos de los atentados en Francia tienen apoyo, lágrimas, manifestaciones, #portadas magistrales...en cambio los nigerianos que pierden todo, salvajemente, en manos del grupo extremista islámico Boko Haram no tienen nada, más que palabras algunos líderes del mundo, la poca acción y alguna que otra #portada que intenta denunciar los muertos y desplazados.
elpais.com
"Venga, venga, antes de que se enfríen los cuerpos del tío Bernard, de Wolinski, de Charb, Cabu, Tignous, Honoré o del policía Merabet; antes de que se prolongue en exceso la defensa de los archisabidos valores de Liberté, Égalité, Fraternité que dan sentido a la República Francesa; antes de que nos pongamos demasiado cansinos con la condena del crimen y la defensa de las libertades, vamos a proclamar a los cuatro vientos, para poner a buen recaudo nuestra intachable reputación, que no todos los fieles de esa religión son terroristas y que debemos vacunarnos contra el virus que el atentado puede desatar: la islamofobia. Porque si no lo hacemos, si no incluimos en cada uno de nuestros artículos la consabida frase “hay musulmanes pacíficos”, hay quien se apresurará a tildarnos de racistas, de fascistas, de Houellebecqs o de lepenistas. Pero digo yo que cada cosa tendrá su tiempo, que habrá que guardar un luto. Tres días, cuatro, siquiera una semana. Y en estos días de duelo por unos humoristas cuya lógica tarea consistía en tomarse la religión y el poder a cachondeo lo que toca es tomar el relevo y, en su nombre, defender nuestro derecho a tomarnos el poder y la religión a cachondeo, sin tener que hacer un inmediato repaso a las culpas de Occidente..."
Chistine Ogkhent no duda en decir que "Todos somos Charlie"
"Los caricaturistas fallecidos encarnaban desde hace décadas la irreverencia, la libertad de criticar a golpe de lápiz el orden establecido, a los políticos y a los ricos que fuman puros, al Papa y a la reina de Inglaterra, a los imbéciles, a los fanáticos de toda condición y, en consecuencia, desde hace algún tiempo, a los islamistas barbudos que periódicamente los amenazaban. (...) Todos somos Charlie. Reunidos en paris y por todo el resto del país, los franceses han recuperado su brío. Aplauden al mismo tiempo a los periodistas y a los policías asesinados, a los humoristas y a sus guardianes, la protesta y el orden, indispensables tanto la una como el otro en una democracia. La clase política les ha seguido (...) ¿Cuál es, entonces, el enemigo? En una cultura en la que las palabras tienen tanto peso que fácilmente sirven como solución, va a ser necesario nombrarlo sin darle el privilegio exclusivo al Frente Nacional: se trata sin duda del islamismo radical, ese cáncer yihadista que recluta a jóvenes en paro en las periferias francesas, hijos franceses de una inmigración mal asimilada, musulmanes descarriados de una religión que Francia, laica y orgullosa de serlo, tiene dificultades para integrar de acuerdo con sus propias normas. “¡Soy musulmán y soy Charlie!”: es el más bello eslogan que pudimos ver en París en el momento en que todos aplaudíamos a nuestros amigos muertos"
David Brooks, en el New York Times grita "Yo no soy Charlie Hebdo" (http://goo.gl/rbjSYX)
"A los periodistas de Charlie Hebdo se les aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario estadounidense durante las dos últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos (...) La reacción pública al atentado en París ha puesto de manifiesto que hay mucha gente que se apresura a idolatrar a quienes arremeten contra las opiniones de los terroristas islámicos en Francia, pero que es mucho menos tolerante con quienes arremeten contra sus propias opiniones en su país. (...) Supongo que lo primero que hay que decir es que, independientemente de lo que uno haya publicado en su página de Facebook este viernes, es inexacto que la mayoría de nosotros afirmemos “Je suis Charlie Hebdo” o “Yo soy Charlie Hebdo”. La mayoría de nosotros no practicamos de verdad esa clase de humor deliberadamente ofensivo en la que está especializada ese periódico.
Puede que hayamos empezado así. Cuando uno tiene 13 años, parece atrevido y provocador escandalizar a la burguesía, meterle el dedo en el ojo a la autoridad, ridiculizar las creencias religiosas de otros. Pero, al cabo de un tiempo, nos parece pueril. La mayoría de nosotros pasamos a adoptar puntos de vista más complejos sobre la realidad y más comprensivos con los demás. (La ridiculización se vuelve menos divertida a medida que uno empieza a ser más consciente de su propia y frecuente ridiculez). La mayoría tratamos de mostrar un mínimo de respeto hacia las personas con credos y fes diferentes. Intentamos entablar conversaciones escuchando en vez de insultando. Pero, al mismo tiempo, la mayoría de nosotros sabemos que los provocadores y otras figuras estrafalarias cumplen una función pública útil. Los humoristas y los caricaturistas exponen nuestras debilidades y vanidad cuando nos sentimos orgullosos. (...) En resumen, al pensar en quienes provocan y ofenden, deseamos mantener unas normas de civismo y respeto y, al mismo tiempo, dejar espacio a esos tipos creativos y desafiantes que no tienen las inhibiciones de los buenos modales y el buen gusto. (...) La masacre de Charlie Hebdo debería ser una oportunidad para poner fin a las normas sobre el discurso. Y debería recordarnos que, desde el punto de vista legal, tenemos que ser tolerantes con las voces ofensivas, aunque seamos selectivos desde el punto de vista social.
"Como ante todo ataque terrorista, la opinión pública occidental se ha dividido en dos bloques irreconciliables. Por un lado, los “Yo soyCharlie”, que defienden una libertad de expresión sin límites, el derecho a ofender a todo tipo de religión o grupo humano. Es una visión liberal sensata, por mucho que se hayan adherido a ella oportunistas de última hora que hubieran cerrado los Charlies Hebdos de muchos otros países, incluyendo el nuestro. Por el otro lado, tenemos a los “Yo no soy Charlie Hebdo”, para quienes la coexistencia pacífica en el mundo moderno requiere impedir las expresiones “ofensivas” mediante leyes antidiscriminación y antidifamación más estrictas. Si pensamos un poco, vemos que también tiene sentido lo que dicen (...) Sin embargo, tenemos una tercera alternativa: institucionalizar límites, pero no legales, sino profesionales. Límites no fundamentados en normas jurídicas, sino en los códigos éticos de los profesionales; en este caso, de los periodistas..."
Hay mucho más. Los medios de todo el mundo se solidarizaron con los valores franceses, la defensa de la libertad de expresión. Los ilustradores, dibujantes, gráficos de todo el mundo rindieron homenaje a una Torre Eiffel en duelo, a 4 grandes artistas franceses y a sus lápices que no morirán. Hay mucho para leer como las justas palabras del papa Francisco o el excelente artículo de Eduardo Fidanza en La Nación (http://goo.gl/OW4W06) o las palabras de Iván Petrella en su artículo (http://goo.gl/BMRZWv) que dice:
"...Vivimos en un mundo en que, por un lado, crece la apatía y el descreimiento en el proceso democrático ante el fracaso de políticos y políticas y la visibilidad de la corrupción y, por otro, surgen modelos alternativos que aparentan mucho vigor: el autoritarismo chino expande su influencia de la mano de sus logros económicos, y el populismo es fuertemente convocante en sectores de América latina. Incluso Estado Islámico, límite del extremismo, se configura como un polo de atracción que seduce a unos mil nuevos combatientes extranjeros todos los meses. Obviamente, un abismo de fondo y de forma separa estas distintas instancias de descreimiento en la democracia occidental. Pero en todas se violan o erosionan preceptos básicos de la democracia que se pensaba habían sido conquistados para siempre, tal vez no en las instituciones de todos los países pero sí en los corazones de la mayoría de las personas. Hoy la democracia dista mucho de ser el único modelo de sociedad que moviliza y cosecha adeptos..."
Mientras que Timothy Garton Ash dice que "...publicar y publicar es la única forma de callar el fanatismo porque esas #portadas de Mahoma que ahora la ven millones de personas alrededor del mundo han producido un interés abrumardor y legítimo del público por conocer la causa aparente del mostruoso y sanginario asesinato de los dibujantes franceses, sus colegas y los agentes de policiía (...) son los asesinos, y no los caricaturistas, quienes han empañado la imagen del profeta ( ...) Todos los medios de Europa deberían reaccionar... para reafirmar su compromiso con la libertad de expresión... si no se hace algo así, el veto del asesino habrá resultado vencedor. ... Por más que se hagan audaces declaraciones editoriales, se publiquen dibujos solidarios y se lleven a cabo emocionantes manifestaciones, la mayoría de las publicaciones, cuando en el futuro tengan que tomar decisiones por sí solas, caerán en la autocensura por miedo. Y los extremistas violentos de otras idiologías habrán aprendido la lección: si querés imponer tu tabú, conseguite un arma..."
Todo lo que leí me sirvió. Sé que hay días que soy muy Charlie, otros menos, otros casi nada porque más allá del estupor, indignación, enojo, incomprensión frente a estos actos, siento que si se sigue publicando, compartiendo dale que dale, palo más palo, repitiendo y repitiendo, se corre el riesgo que todo se embarre más y más porque si hay algo que es 100 % seguro, es que los grupos extremistas nunca se reirán de lo mismo que nosotros y frente al humor de algunos medios y dibujantes, no dudarán en conseguir más armas.
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Ya estoy con la cabeza en los 2000 muertos de Nigeria, las casas desbastadas, las ciudades incendiadas... y hoy siento que soy más nigeriana y menos Charlie porque al menos los 17 muertos de los atentados en Francia tienen apoyo, lágrimas, manifestaciones, #portadas magistrales...en cambio los nigerianos que pierden todo, salvajemente, en manos del grupo extremista islámico Boko Haram no tienen nada, más que palabras algunos líderes del mundo, la poca acción y alguna que otra #portada que intenta denunciar los muertos y desplazados.
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