No sé si alguien se acuerda de Kásperle. Yo me acuerdo y muy bien. Con su nariz larga, su sombrero, sus zapatos tan divertidos, Kásperle fue uno de los personajes que más me gustó en mi infancia.
Descubrí este libro, si mi memoria no me traiciona, en un colegio en Buenos Aires, el colegio Renard, en la calle Posadas... antes del ensanchamiento de la avenida 9 de Julio, un colegio divino que ya desapareció.
Kásperle, ese duende descarado, goloso, travieso y bromista, me divertía mucho. No hacía más que meterse en líos muy graciosos. Las tapas de los libros de Kásperle eran de colores estridentes, me encadilaban, me gustaban. Entrecerraba los ojos para verlas nubladas. Parecía que todos los personajes se movían, temblaban. Su traje cascabeleaba...al menos esa era mi impresión. Me acuerdo que a otros chicos les daba miedo. A mí la idea de vivir en Kasperlandia, tierra de Kásperle, habitada por kásperles de verdad como él, o que pudiera aparecerse en cualquier momento debajo de mi cama para asustarme, me fascinaba.
Teníamos algunos ejemplares en casa. Mi madre nos contaba las historias de este libro "con muchas páginas pocos dibujos" y se reía tanto o más que nosotros. Lamentablemente esos libros brillantes y de tapa dura que teníamos fueron desaparecieron con tanta mudanza.
De nada sirve que les resuma algunos de mis títulos preferidos, como Kásperle en Kasperlandia o Los Viajes de Kásperle o Kásperle ha vuelto porque a Kásperle hay que leerlo y divertirse. Y hasta uno podría imaginarse dormir larguísimos 90 años, como Kásperle, y despertarse adentro de un armario para vivir aventuras imposibles.
Kásperle es la obra de la periodista y escritora alemana Josephine Siebe (1870-1941) Hubo ediciones posteriores con un kásperle más moderno y dibujos más sencillos.