A veces me encuentro con cosas muy curiosas como esta nota : Las malas madres se reivindican. Tienen hijos y quieren ser ellas mismas. Prefieren no fingir la maternidad perfecta y confesar lo mucho que cansa y cómo se equivocan .
“Queremos ser madres, pero también mujeres. Estamos hartas de que nos etiqueten como progenitoras: teta o biberón, adictas o contrarias al método Estivill, crianza con apego o todo lo contrario… no hay matices. Venimos a reivindicar que seguimos siendo mujeres y no somos perfectas, ni superwomans, y que, además, no nos conviene nada tener superpoderes”.
Quien así habla es Laura Baena, que fundó el club y que admite tener “pensamientos impuros de mala madre”, como aquel que clama por la existencia de campamentos de verano, de otoño, de invierno… “¡Queremos echaros de menos, hijos!”.
En las bases fundacionales del club se reconoce que detrás de una #malamadre (usan esta etiqueta en las redes sociales) hay un #buenpadre “que cocina mal, pero lo intenta, (…) y que por las noches es sordo como una tapia”, una #buenaabuela “que lo critica todo, pero con amor”. Unos #buenos hijos “con pilas inagotables que mandan sobre todas las cosas”. Y “una sociedad que te mira de reojo porque no cumples las normas, tienes metas en la vida y planes en los que no entran tus hijos”. Se da por sentado que siempre van a hacer “lo mejor” por ellos, “que han venido a cambiarnos las vidas y a darnos de cara con una realidad que pensábamos sería más llevadera, pero no queremos olvidarnos de nosotras. Y venimos a quitarnos los complejos, a reírnos de nosotras mismas, a reconocer que no llegamos a todo, que soñamos con descansar los lunes y que tiramos de comida basura cuando la tarde se tuerce (…)”. Para acreditar ser miembro del club se ha creado la insignia “Soy mala madre”, un distintivo que ya lucen con orgullo más de 60 bitácoras de la blogosfera patria. “Es terapéutico, hay que reconocer que el concepto de #malamadre es empático”, comenta Laura Baena.
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