Hace pocos días falleció el poeta, escritor y periodista HORACIO ARMANI. Uno de sus poemas, uno de sus preciosos poemas, me lo regaló mi madre, amiga de Horacio y María Esther Vázquez, en una de sus visitas a mi casa siempre ocupada. Lo tengo enmarcado en mi casa...siempre ocupada.
HORACIO ARMANI |
CASA OCUPADA
Cada vez hay menos lugar aquí
pero siempre hay espacio para un libro, una tarjeta,
un cuadro,
un cisne de plumas azules,
un elefante desencadenado,
una selva de frutas que termina
en el delirio de las batidoras.
No hay lugar en la casa pero todos los días
asoman formas nuevas, aparece una estrella,
un felino que salta sin romper una copa,
una sombra que apaga las imágenes del televisor,
el ulular de las sirenas que perfora los vidrios,
la aspiradora que se lleva el polvo de nuestra sangre.
A cada instante hay menos sitio: hagamos sitio
para las voces viejas que huyeron de estos muros,
ubiquemos al ángel que no existe, a la sartén que falta,
al vino del futuro para que salte en chispas,
coloquemos la vida en el rincón que sobra.
Nuestras casas se llenan de sombras, de colores, de días,
de cosas infinitas, de heridas como cárceles,
pero siempre hay lugar, hay lugar para un sueño,
lugar para extender los brazos al cielo, para pedir ayuda,
para el dolor de Dios, que cabe en todas partes,
para el infierno del amor.