Voy a decir algo que quizás a muchos les caiga.... les parezca...les haga... pero yo lo voy a decir.
Las ilustraciones de Marisol Misenta, más conocida como Isol, ganadora de uno de los premios más prestigios de la Literatura Infanto- Juvenil: el Premio Astrid Lindgren 2013, no me gustan. No sé si no me gustan porque me gustan detalles, ideas, trazos pero no me emocionan. Obviamente estaré equivocada porque si Isol fue elegida para este prestigioso premio entre 207 candidatos de 67 países, no hay duda alguna que lo merece y ¡de lejos!
Isol es es una multifacética artista pero para mi, como simple lectora, sus dibujos me resultan poco tiernos.
Isol es es una multifacética artista pero para mi, como simple lectora, sus dibujos me resultan poco tiernos.
Y lo mismo me pasa con los dibujos del ilustrador francés Benjamín Lacombe, el dibujante de moda en Francia. Estudió en la Escuela de Artes Decorativas de París, una de las más prestigiosas del mundo. Despegó su carrera con su trabajo de fin de año, Griotte que, cuando fue publicado en Estados Unidos, sus ilustraciones pasaron a formar parte de las prestigiosas recomendaciones del New York Times. Desde entonces no paró y se convirtió en un dibujante de mucho y merecido prestigio.
Este dibujante, al que se lo compara muchas veces con Tim Burton, convierte a "Blancanieves en una chica demacrada de ojos saltones o a Pulgarcito en un escuálido o a la Bella Durmiente en una belleza cadavérica" - decía un artículo que leí sobre el ilustrador.
Así es la cosa. Maravillosas técnicas, maravillosas interpretaciones, maravillosos trabajos, maravillosa imaginación, maravilloso talento, maravillosas y maravillosos mil veces pero como bien dijo Lacombe: yo seré uno de esos padres que tienen más miedo a sus libros que los niños.