" Los libros me hacían viajar por el vasto mundo - no sólo por los países lejanos, sino por el mundo de los pensamientos y las ideas".
Aung San Suu Kyi
Los que me conocen saben que he vivido en Birmania 6 años. Mucho antes que esta apertura llegara.Yo conocí la Birmania con libros prohibidos, ejemplares clandestinos, un único diario: The Ligths of Myanmanr, sin fax, sin acceso a internet ( muchísimo menos desarrollado que hoy) y con el control de los libros que uno podía arriesgarse a traer en su valija.
Por eso cuando leí una nota que salió a principios de año en COURRIER INTERNATIONAL cuyo título es: EN RANGÚN, LOS LIBROS LIBERADOS, me dio mucha alegría. Por fin tengo el tiempo de compartirla.
Leerla fue recorrer el Rangún (o Yangon ) que yo conocí: la calle 37, los salones de té, la librería Bagan Book House, la guía Lonely Planet prohibida, las ediciones fotocopiadas, pirateadas, encuadernadas a mano (imposible para los birmanos pagar los precios de tapa de los libros importados y arriesgarse en esos años a ser marcado como un lector opositor). Me alegró leer que esta apertura, "la primavera de la edición" como la llamó el flamante diario Myanmar Times, había llegado al país. Escritores, periodistas, lectores deben estar aún bailando en una pata en las bulliciosas calles del centro del Rangún.
Pero ahora que la literatura está al alcance de la mano, las nuevas generaciones frente a la diversidad de entretenimiento, están menos interesadas en ella. "Es - dice Mary O'Shean, la autora del artículo - un combate entre el Facebook y Flaubert ".
Para atraer a los jóvenes, la revista literaria Shwe Amyu Tay, propone novedades literarias mechada con chismes de celebridades locales y la Sociedad de admiradores de la literatura birmana apoyará a las nuevas generaciones de escritores,generaciones que, supuestamente, escribirán sin censura.
Les recomiendo algunos libros. En español: el delicioso libro Crónicas Birmanas, La voz de las mujeres y un clásico inevitable Los Días de Birmania de George Owell. En francés los libros de mi amiga y compañera de aventuras en Birmania: Pascale Maret.