Así se titulaba un artículo que leí en el diario español EL PAÍS. Marcos Ordoñez era su autor. Hace un recorrido de "los mil y un CYRANOS" del último siglo. Me permito compartir algunos párrafos de este texto porque CYRANO es un personaje universal que nunca va a morir en mi corazón.
Edmond Rostand estaba tan convencido del fracaso de su Cyrano de Bergerac que unos minutos antes del estreno, la noche del 27 de diciembre de 1897, pidió excusas a Constant Coquelin, el protagonista, y a la compañía del Théâtre de la Porte Saint Martin por haberles embarcado en una aventura semejante (...) Cyrano surge, como una flor insólita, en un momento en el que imperan el naturalismo nórdico (Ibsen, Strindberg) y los vodeviles de Feydeau y Courteline. Rostand vende otra cosa. Vende una pieza popular y profundamente romántica que conjuga la comedia de aventuras y la pasión secreta, que pasa del melodrama intimista a las escenas bélicas del asedio de Arras; una función divertida, emocionante, entretenidísima, armada sobre una torrentera de verso que roza el virtuosismo. Y, desde luego, con un protagonista excepcional. Cyrano ( ...) ese librepensador que ha elegido el difícil camino de “ser admirable en todo”, seduce por su ingenio y su grandeza de espíritu, y conmueve por ese corazón que enmascara su sufrimiento con una finta, una broma, un hondo silencio.
Edmond Rostand estaba tan convencido del fracaso de su Cyrano de Bergerac que unos minutos antes del estreno, la noche del 27 de diciembre de 1897, pidió excusas a Constant Coquelin, el protagonista, y a la compañía del Théâtre de la Porte Saint Martin por haberles embarcado en una aventura semejante (...) Cyrano surge, como una flor insólita, en un momento en el que imperan el naturalismo nórdico (Ibsen, Strindberg) y los vodeviles de Feydeau y Courteline. Rostand vende otra cosa. Vende una pieza popular y profundamente romántica que conjuga la comedia de aventuras y la pasión secreta, que pasa del melodrama intimista a las escenas bélicas del asedio de Arras; una función divertida, emocionante, entretenidísima, armada sobre una torrentera de verso que roza el virtuosismo. Y, desde luego, con un protagonista excepcional. Cyrano ( ...) ese librepensador que ha elegido el difícil camino de “ser admirable en todo”, seduce por su ingenio y su grandeza de espíritu, y conmueve por ese corazón que enmascara su sufrimiento con una finta, una broma, un hondo silencio.
Ordoñez, en su artículo, enumera los brillantes artistas que interpretaron a Cyrano en el mundo. Franceses, americanos, británicos, españoles. Walter Hampden , Richard Mansfield, José Ferrer, Ralph Richardson y la lista interminable de los actores franceses como Jean Martinelli, Jean Paul Belmondo o Gérard Depardieu quien para muchos hizo un "Cyrano arrollador, violento y sensible".
Hubo Cyranos italianos como Domenico Modugno, los hubo catalanes, hubo lecturas operísticas, hubo comedias musicales, montajes espectaculares como el del año 1983 en el teatro Royal Shakespeare. Su texto fue traducido, adaptado. Hay versiones para chicos, para adolescentes pero para mi el recuerdo que guardo de Cyrano es la lectura con mis hijos de esa historia conmovedora y de la película interpretada por el gran actor francés Gérard Depardieu. Vi la película con mi marido en un cine de Champs Elysée. Fue la primera película que pude seguir en francés de A a Z sin necesitar ni traducción ni esforzarme a entender porque el amor no lo necesita y porque Depardieu me hizo ver un personaje universal que nunca va a morir en mi corazón.