En Sao José do Paiaiá, en el Noreste de Brasil, un tercio de la población es analfabeta. Pero gracias a una persona, este pequeño pueblito, tiene la más alta proporción de libros por habitantes en el país.
Insólito pero real. En ese pueblo que sólo cuenta con 500 habitantes, una iglesia, una escuela, una plaza de pueblo y dos calles. Así cuenta el historiador Geraldo Moreira Prado, el más ilustre e instruido habitante del pueblo.
3 habitantes de Sao José sobre diez son analfabetos, con un ingreso de a penas 80 euros por familia y por mes. Un pueblo con calles de tierra, donde casi no hay redes de agua pero que posee la faraónica cifra de 200 libros por habitante.
Todo esto gracias a la biblioteca pública María das Neves Prado ubicada en un edificio de tres pisos, el único del pueblo, que alberga 100.000 obras.
Geraldo Moreira Prado nació en Sao José do Paiaiá. Aprendió a leer a los 10 años y pisó por primera vez una biblioteca a los 14.
A los 21, se fue a San Pablo con la idea de conseguir trabajo. Pero terminó estudiando Historia y Letras y empezó a acumular libros y libros.
Después de su divorcio, se ve obligado a desarmar la biblioteca que durante años y años había nutrido. 30.000 ejemplares de los que tenía que desprenderse. Entonces pensó en su pueblo natal y allí fue. Alquiló una casa, envió en un camión los primeros 10.000 libros, puso a un sobrino al frente de este emprendimiento y movilizó a todo el pueblo para ayudar a descargarlos.
Geraldo, al poco tiempo mandó 12.000 volúmenes más.
Algunos pueblerinos dudaron del origen de esos libros, el propio cura del pueblo vio con desconfianza algunas de las obras, pero Geraldo y su sobrino siguieron adelante con su idea.
La biblioteca vio la luz en el 2004. Recibió el nombre de una tía del historiador, una maestra autodidacta que daba cursos de alfabetización en el pueblo.
La donación de libros iba aumentando.Su sobrino, bibliotecario improvisado, dejó su trabajo en la panadería del pueblo para ser estudios de letras y ser poeta: "escribo poemas pero sólo sobre los gatos" - dice el poeta.
La biblioteca rural más grande del mundo no recibe ninguna ayuda pública. La necesitaría, pero mientras tanto espera que alguien se de cuenta de ello, sigue ofreciendo los servicios de una verdadera biblioteca, organiza numerosas actividades socioeducativas y sociodeportivas en la pequeña comunidad de Sao José de Paiaiá.
Lo que no se aclara muy bien en el artículo, es si Geraldo, el poeta de los gatos y las autoridades se están ocupando de que los habitantes de Paiaiá puedan leer esos libros. Porque está muy bien que la biblioteca ofrezca Doña Flor y sus dos maridos y miles de libros más, pero sino tienen quién los lea...no sé digo... pienso en voz alta.
Fuente: Courrier International
3 habitantes de Sao José sobre diez son analfabetos, con un ingreso de a penas 80 euros por familia y por mes. Un pueblo con calles de tierra, donde casi no hay redes de agua pero que posee la faraónica cifra de 200 libros por habitante.
Todo esto gracias a la biblioteca pública María das Neves Prado ubicada en un edificio de tres pisos, el único del pueblo, que alberga 100.000 obras.
A los 21, se fue a San Pablo con la idea de conseguir trabajo. Pero terminó estudiando Historia y Letras y empezó a acumular libros y libros.
Después de su divorcio, se ve obligado a desarmar la biblioteca que durante años y años había nutrido. 30.000 ejemplares de los que tenía que desprenderse. Entonces pensó en su pueblo natal y allí fue. Alquiló una casa, envió en un camión los primeros 10.000 libros, puso a un sobrino al frente de este emprendimiento y movilizó a todo el pueblo para ayudar a descargarlos.
Geraldo, al poco tiempo mandó 12.000 volúmenes más.
Algunos pueblerinos dudaron del origen de esos libros, el propio cura del pueblo vio con desconfianza algunas de las obras, pero Geraldo y su sobrino siguieron adelante con su idea.
La biblioteca vio la luz en el 2004. Recibió el nombre de una tía del historiador, una maestra autodidacta que daba cursos de alfabetización en el pueblo.
La donación de libros iba aumentando.Su sobrino, bibliotecario improvisado, dejó su trabajo en la panadería del pueblo para ser estudios de letras y ser poeta: "escribo poemas pero sólo sobre los gatos" - dice el poeta.
La biblioteca rural más grande del mundo no recibe ninguna ayuda pública. La necesitaría, pero mientras tanto espera que alguien se de cuenta de ello, sigue ofreciendo los servicios de una verdadera biblioteca, organiza numerosas actividades socioeducativas y sociodeportivas en la pequeña comunidad de Sao José de Paiaiá.
Lo que no se aclara muy bien en el artículo, es si Geraldo, el poeta de los gatos y las autoridades se están ocupando de que los habitantes de Paiaiá puedan leer esos libros. Porque está muy bien que la biblioteca ofrezca Doña Flor y sus dos maridos y miles de libros más, pero sino tienen quién los lea...no sé digo... pienso en voz alta.
Fuente: Courrier International