Muchos estarán al tanto de la polémica que desencadenó la invitación del prestigioso escritor peruano y reciente Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, a la inauguración de la 37 Feria Internacional del libro de Buenos Aires, una de las ferias literarias más importantes de Latinoamérica y del mundo. Pero para los que no saben, resumidamente les cuento que un grupo de intelectuales kirchneristas, encabezado por el Director de la Biblioteca Nacional, Horacio González quisieron boicotear, censurar y hasta retirar la invitación al escritor por considerarlo "figura adversa al gobierno argentino" y por ser "una desafortunada invitación que ofende a un gran sector de la cultura argentina".
Pero el escritor, que criticó más de una vez a la Argentina y a tantos otros países y gobiernos, al peronismo, al que definió como un "error" en la historia política del país y que cuestionó los gobiernos de Cristina y Néstor Kirchner, pronunció el discurso inaugural igual porque como bien dijo en él :
"Voy a seguir criticando todo lo que me parece mal, aunque a algunos los ofenda porque creo que eso es la libertad".
Y en buena hora que lo hizo. Si no me hubiera alarmado por el destino cultural de mi país de origen.
Mario Vargas Llosa ,además de entrevistas, actos y polémica, recibió la distinción de "Huésped de Honor de la Ciudad de Buenos Aires y un regalo: un antiguo ejemplar de la revista Billiken, revista que según el Nobel dijo: “marcó profundamente mi infancia”.
Billiken, es "LA" revista infantil argentina y la más antigua de habla hispana. El primer número apareció en 1919 y desde entonces es la única revista del mercado editorial argentino que se publica semanalmente sin interrupciones. Su nombre se debe a una antigua leyenda india donde vivió un simpático dios que logró arrancarles sonrisas a dos príncipes abatidos por la tristeza. A principios del siglo XX, el fabricante norteamericano Billy Kent conoció la leyenda y creó un muñequito petiso, barrigón, eternamente sonriente y parecido a Buda, como se lo imaginaba él al dios hindú, y como éste no tenía nombre lo bautizo con el suyo. Constancio C. Vigil –periodista y escritor uruguayo y creador de la revista argentina - decidió usar el nombre de este muñeco sin la T final y llamar a su nueva revista Billiken.
Nacida como “la revista de los niños”, Billiken dedicó la tapa Nº1 a un niño desprolijo, con una pelota de fútbol bajo el brazo derecho, y una venda en la cabeza que le tapaba el ojo izquierdo, un modelo poco compatible con la escuela de la época, pero que fue el emblema de la revista durante varias décadas intentado proponer una revista que educaba y divertía a la vez.
Desde sus inicios Billiken, siguiendo el calendario escolar, sobre todo el relacionado con la historia argentina, con material gráfico, fotografías, dibujos y unas "figuritas" que se volvieron clásicas, le dedicaba la tapa y los artículos principales a esos momentos históricos. Poco a poco se fueron incorporando la ciencia, los cuentos, los personajes, los juegos, las curiosidades y temas como la música, el cine, la televisión y otros rubros que interesan a los chicos.
Pero Billiken, a lo largo de su historia, fue muchas veces señalada. En sus primeros años, se la puso en la mira por el tratamiento y la orientación de ciertos temas como las diferencias sociales, económicas, el rol de la mujer y el racismo. Luego fue por la falta de referencias históricas, contextos políticos o sociales que enmarcaban a los personajes de la historia, porque se suponía que a los niños no les interesaba la política. Más tarde, fue por el silencio frente a ciertos hechos de la historia y una solapada camaradería con gobiernos que no perderé ni tiempo ni espacio en mencionar.
Cuando uno era chico iba al kiosco de la esquina muy contento a comprar la revista Billiken o Anteojito (la revista infantil de García Ferré y que luego de 37 años dejó de existir después que de la gran crisis argentina de 2002 lo golpeó fuerte), e inocentemente esperábamos semanalmente las clásicas figuritas y las aventuras de nuestros personajes preferidos. Estas dos revistas marcaron la infancia de muchos argentinos.
Pero lo que me sorprende ahora, muchos años después, es esa “marca de infancia” que estas revistas pudieron dejar en América Latina.
Hace un par de meses, en una consulta médica, el joven profesional venezolano que me atendió, muy lejos de los avatares de la Argentina actual, recordó con ternura su infancia en Buenos Aires, las figuritas y la escarapela que regalaba la revista Billiken para las fiestas patrias. Recordó palabra por palabra el Himno a la Bandera y la espera semanal de la revista Billiken.
Salvando las distancias, las palabras de Mario Vargas Llosa y estos recuerdos en un consultorio médico de Caracas, llegaron directo al rincón de mi infancia.
¿Y ustedes son Anteojito o Billiken?
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