Hace muchos años fui a ver a un señor que se llamaba Don Renato y que vivía en la calle Paraguay de la Ciudad de Buenos Aires. Don Renato leía mágicamente las cartas y anunciaba, seria y minuciosamente, lo que nos podía pasar en los próximos... ¡mil años!
Yo tenía unos veinte años cuando lo fui a visitar muy entusiasmada y entre los mil años de aventura que me auguró, lo que más recuerdo, es cuando me dijo:
- ¡ Vos vas a viajar! ¡Vas a viajar mucho! ¡Vas a dar la vuelta al mundo! ¡Vos sí que vas a viajar!
Yo, estudiante de periodismo, salí saltando en una pata de la casa de Don Renato, el mago. Iba a vivir el sueño de todo "futuro periodista": viajar, viajar y viajar.
Al poco tiempo los viajes empezaron y recordé las palabras de Don Renato. Primero viajé por trabajo, después por placer para conocer el mundo, más tarde por amor, ahora por necesidad, amistad, porque soy mamá a distancia, porque mis hijos van y vienen, porque el placer de viajar no me lo quita nadie.
Hoy subo a un avión y bajo de otro y vuelvo a subir y vuelvo a bajar. Hoy estoy acá, mañana allá, pasado vuelvo, mañana me voy.
Nunca imaginé que lo que me habían anunciado las cartas de Don Renato se iba a cumplir al pie de la letra. Y cada vez que me subo a uno de estos aparatos pienso en él y en dos poemas que me acompañan: uno para la Mireya chiquita, otra para la adulta.
Del poema La más mía, la lejana - un poema de mi madre Marta Giménez Pastor, para mí, en su libro Agua Florida
Yo tenía unos veinte años cuando lo fui a visitar muy entusiasmada y entre los mil años de aventura que me auguró, lo que más recuerdo, es cuando me dijo:
- ¡ Vos vas a viajar! ¡Vas a viajar mucho! ¡Vas a dar la vuelta al mundo! ¡Vos sí que vas a viajar!
Yo, estudiante de periodismo, salí saltando en una pata de la casa de Don Renato, el mago. Iba a vivir el sueño de todo "futuro periodista": viajar, viajar y viajar.
Al poco tiempo los viajes empezaron y recordé las palabras de Don Renato. Primero viajé por trabajo, después por placer para conocer el mundo, más tarde por amor, ahora por necesidad, amistad, porque soy mamá a distancia, porque mis hijos van y vienen, porque el placer de viajar no me lo quita nadie.
Hoy subo a un avión y bajo de otro y vuelvo a subir y vuelvo a bajar. Hoy estoy acá, mañana allá, pasado vuelvo, mañana me voy.
Nunca imaginé que lo que me habían anunciado las cartas de Don Renato se iba a cumplir al pie de la letra. Y cada vez que me subo a uno de estos aparatos pienso en él y en dos poemas que me acompañan: uno para la Mireya chiquita, otra para la adulta.
Les comparto algunas estrofas
De poema El avión de Marta Giménez Pastor
De poema El avión de Marta Giménez Pastor
"Adiós, me voy a volar
por los caminos del cielo
adiós, le digo a la tierra
agitando mi pañuelo...
...Podremos cruzar el mar
sin mojarnos los vestidos
y mirar desde el avión
los gorriones en sus nidos"
...Desde lejos te veo victoriosa
flor de lis inquilina de aeropuertos
a veces
de la mano de tus hijos
y ese andar minucioso
de jardín en jardín
a veces estatuilla de la fontana de Trevi
balbuceo de arpas en los atardeceres birmanos...
La ilustración es de mi hermana Alejandra Viacava
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