Falta nada para terminar el año y a mí no me gusta. Siempre me pongo triste en estas fechas. Me pone triste el paso de los años, las ausencias, el exceso de las fiestas. No puedo obligarme a estar súper contenta, a bailar, a brindar y comer pan dulce como si nada. No. Siempre fue así, nunca lo escondí y a esta altura no voy a cambiar. Lo único que acepto con ganas, todos los fines de años, es repartir deseos en voz alta. Y este año particularmente me siento muy comprometida con ellos. En estos últimos días en donde uno se pregunta si muchas de las cosas que está pasando en el país explotaron porqué ya no daban más y debían explotar o porqué alguien está moviendo los hilos para que todo esto nos explote en la cara haciéndole mal al país. La fuga del siglo, “la morsa”, los ñoquis, la injusticia siempre presente son algunas de las cosas que me hacen dudar. Las inundaciones, lo del acuerdo con Irán, el blanqueamiento de la situación del país, las condenas de Once y las muchas
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