Mi vida es un juego. Más bien les diría que es un tablero de esos juegos de mesa como El Estanciero o el Monopoly. Esos juegos en donde uno tira los dados y sale a toda prisa de la casilla que indica SALIDA para lanzarse a la conquista, a la aventura. Esos juegos donde uno va acumulando campos, estancias, casitas, edificios, propiedades...y otras niñedades. ¡Ja! En mi caso no acumulé ni niñedades ni ladrillos ni ingenios ni provincias caras ni hoteles. ¡Nada de eso! pero sí acumulé ¡experiencias, paisajes, hijos, amigos, libros, olores, colores y recuerdos... miles de recuerdos.. tantos como para llenar miles de hectáreas del Estanciero y decorar miles de ciudades del Monopoly! Mi juego comenzó hace muchos años. Me hizo dar medias vueltas, vueltas enteras para hacerme llegar otra vez, como en todos los juegos, a la casilla de SALIDA, a esa de donde salí hace mucho tiempo. Llegué. No sé cuándo volveré a tirar los dados para inciar otra partida . Pero de acá a que teng
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