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NO QUIERO


Cuando hice la selección de los hechos nacionales del 2017 para mi revista, me costó encontrar algo bueno. Terrible. Una pálida atrás de otra. Cerré el número y dije: espero que no pase nada más de acá a fin de año. Me equivoqué. Pasó.


Los últimos días fueron muy feos para nosotros simples mortales, simples ciudadanos, para la democracia y para el país. Estoy descorazonada, desesperanzada, aunque intento mantener la mesura porque, aunque parezco cuerda si este país me sigue provocando... un día saldré a dar piñas por todos lados.

Esto es lo que NO QUIERO para el 2018

No quiero gritos, ni insultos, ni afuera, ni adentro, ni en las redes. No quiero una ciudad sitiada. No quiero fotos falsas, ni periodistas lastimados, ni sofisticadas explicaciones que no entiende ni el loro, ni patotas, ni índices y porcentajes, ni defensa a ciegas, ni elogios al tun tun sin ojo crítico, ni fanatismos al tun tun sin ojo crítico.

No quiero que nadie se vaya por la puerta chica de la Casa Rosada, ni ver a un congreso desquiciado, ni ver encapuchados en la calle, ni a la gendarmería en son de guerra, ni diputados truchos, ni ñoquis, ni ravioles, ni jubilaciones de privilegio, ni bancas ocupadas por inútiles defendiendo lo indefendible, ni festejando lo que debería dar ganas de llorar.

No quiero un país que no da respiro a los más necesitados ni quiero que una justicia funcione cuando se le de la gana. No quiero que se tiren piedras, se bloqueen calles, se quemen autos, se amenace con palos, se rompan tachos, que se viva en el caos.

NO QUIERO para el 2018 todo esto y más

No quiero ver tanta gente durmiendo en la calle, ni despidos, ni empresarios sin escrúpulos. No quiero que se gaste tanta guita en divertimentos tontos como si fuéramos de jardín de infantes, no quiero tanto optimismo y cantitos porque quiero más conciencia. 
No quiero que Pampita y Tinelli sean personajes del año ni que el look de Juliana sea lo importante de la semana. No quiero que se recorten presupuestos de cosas fundamentales para un país, no quiero que un país se arregle con un bono, que se ate con alambrecitos antes de que se caiga todo. ..no quiero ... no quiero.

La realidad de este país agota y entristece. Me pare donde me pare, en la vereda M o K , en la F o Z... da igual porque la realidad, por donde se la transite,está más que difícil.
Es triste ver a un país que se despelleja, se pega, se insulta, se ofende, se obstaculiza, se desune y se embrutece. Lo más triste es ver que la bomba de tiempo K de la que muchos hablaban hace un par de años, llegó para explotarnos bien explotada.

Soñar no cuesta nada por eso deseo que todos, ciudadanos, gobernantes, oficialistas, opositores, encontremos el buen camino para desactivarla a tiempo porque si no, otra vez, se van a aguar las fiestas.



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