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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Buenos Aires II

Unas semanas atrás leí en el sitio D-Revistas , que el diario La Nación , uno de los diarios más importante de la Argentina, festejó sus " 50.000 mañanas junto a sus lectores, con los mismos sueños expresados en aquel primer ejemplar del 4 de enero de 1870, pero con renovados desafíos, propios de un mundo muy diferente de aquel en que este diario nació hace casi 141 años ". No son cifras insignificantes. Pero ustedes se preguntarán: - ¿Y esto qué tiene que ver con Mireya? Modestamente, debo decirles que tiene mucho que ver. Porque más allá de que La Nación es un diario ligado a la historia de cualquier argentino, cualquiera sea su ideología, La Nación es un diario ligado a la historia de mi vida. Y aunque no tengo 141 años, quiero contarles con nostalgia, algo que se iluminó dentro de mis valijas de recuerdos cuando leí el artículo del cumpleaños de La Nación . Nací y viví durante muchos años bajo el símbolo de La Nación y mi padre fue el primer gran protagonista de e

Aviones, otros aviones y más aviones

Hace muchos años fui a ver a un señor que se llamaba Don Renato y que vivía en la calle Paraguay de la Ciudad de Buenos Aires. Don Renato leía mágicamente las cartas y anunciaba, seria y minuciosamente, lo que nos podía pasar en los próximos... ¡mil años! Yo tenía unos veinte años cuando lo fui a visitar muy entusiasmada y entre los mil años de aventura que me auguró, lo que más recuerdo, es cuando me dijo: - ¡ Vos vas a viajar! ¡Vas a viajar mucho! ¡Vas a dar la vuelta al mundo! ¡Vos sí que vas a viajar! Yo, estudiante de periodismo, salí saltando en una pata de la casa de Don Renato, el mago. Iba a vivir el sueño de todo "futuro periodista": viajar, viajar y viajar. Al poco tiempo los viajes empezaron y recordé las palabras de Don Renato. Primero viajé por trabajo, después por placer para conocer el mundo, más tarde por amor, ahora por necesidad, amistad, porque soy mamá a distancia, porque mis hijos van y vienen, porque el placer de viajar no me lo quita nadie.

¿Los genios nacen o se hacen?

Ayer leí un artículo de Terry Teachout, crítico de teatro de The Wall Street Journal, sobre la teoría que se conoce en Inglaterra como " la regla de los 10 años " o " la regla de las 10.000 horas " La premisa es que para tener éxito en algo, una persona debe trabajar en ello 20 horas a la semana durante 10 años. Si conseguimos sobrellevar esa disciplina, el éxito es asegurado. Claro, Terry habla también sobre otras cosas muy interesantes como el valor del talento, la dedicación y menciona casos de virtuosos como Mozart, el saxofonista Parker y el ajedrecista Bobby Fischer, que parece que no nacieron expertos sino que se hicieron. Pero para mi, que ni se me cruzaría por la cabeza dudar de la genialidad innata de Fischer y menos de la de Mozart, la conclusión fue más simple: sólo me queda esperar 9 años, 3 meses, 32 horas aproximadamente para que mi talento salga a relucir después de un largo y arduo trabajo. Yo espero, finalmente el tiempo pasa volando.

De chiquita ya era mala

Esta foto me la mandó mi hermano Conrado y le puso como título: " Mireya de chiquita ya era mala ". La recuerdo muy bien: Enero de 196... y pico , en una de las playas de la ciudad de Necochea, Buenos Aires. ¿Cómo me acuerdo? Porque durante años, mis hermanos y yo pasábamos las vacaciones en Necochea y mientras mis padres cubrían o participaban activamente en el Festival de Teatro para Niños de Necochea", nosotros nos divertíamos como locos y nos dábamos una panzada de teatro. Playa, amigos, teatro, el Hotel Trocadero , más teatro, travesuras, más teatro, así pasaban los diez días que duraba el " Festival de Necochea " . La "pensión completa" del hotel nos hacía compartir mesas con Mané Bernardo, Javier Villafañe, Roberto Aulés, con mi madre Marta Giménez Pastor, María Elena Walsh y otros grandes. Veíamos títeres y actores a toda hora, veíamos los preparativos, subíamos a los escenarios, veíamos los ensayos, los periodistas como mi padre

Recuerdos de infancia

Kásperle, de Josephine Siebe (periodista y escritora alemana 1870 - 1941) No sé si alguien se acuerda de Kásperle. Yo me acuerdo muy bien de su nariz larga, de su sombrero, de sus zapatos tan divertidos.  Kásperle fue uno de los personajes que más removió mi infancia. Descubrí este libro, si mi memoria no me traiciona, en un colegio en Buenos Aires, en la calle Posada, antes del ensanchamiento de la avenida 9 de Julio, un colegio divino que ya desapareció… pero volvamos a Kásperle. Este guiñol descarado, goloso, travieso y bromista, me gustaba mucho, me divertía. No hacía más que meterse en lío tras lío pero siempre líos muy graciosos. Mi madre siempre decía que yo sacaba la lengua como Kásperle. Las tapas de los libros de Kásperle siempre eran de colores estridentes, me encandilaban, me gustaba mirarlas. Me acuerdo que entrecerraba los ojos para verlas nubladas y parecía que todos les personajes se movían. El traje de Kásperle era fantástico: cascabeleaba. Recuerdo q

Buenos Aires I

Acabo de volver de Buenos Aires. Hace mucho tiempo que no iba. ¿4 o 5 años? ya no me acuerdo, ya no los cuento. A muchos no les parece mucho tiempo pero yo sé que para mi cotidiano es mucho tiempo. ¿Qué quiero decir? que llegué y me encontré con una ciudad donde me costó unos días ubicarme y reconocer lo que yo consideraba “mi cotidiano”. Todas mis plazas de infancia, esas donde yo iba a jugar, están cercadas (en exceso para mi gusto), Puerto Madero está artificialmente lindo, hay nuevos subtes en los que nunca me había subido, existe un Museo Fortabat y un museo del Títere, barrios nuevos, restaurantes y hoteles y hoteles y restaurantes, la bandera de la ciudad de Buenos Aires flamea al lado del obelisco, el edificio de La Nación me pareció nuevo aunque ya tiene sus años, el Teatro Colón está renovado, mucha gente que quería ya no está.... ¿ven como para lo que uno vivía como cotidiano, 4 o 5 años es mucho tiempo? Claro que también 4 o 5 años es mucho tiempo como para darse